Ya saben ustedes lo mucho que a mí me gustan las canciones de La Trinca. El trío formado por Josep Mª Mainat, Toni Cruz i Miquel Àngel Pasqual era, en aquellas niñeces mías, un lector de la realidad tardofranquista y de la transición en clave de humor y d'estar per casa. Y quién sabe por qué misterioso designio, aquellas canciones que ellos cantaban cum animus molestandi (horrendo título de uno de sus discos traducidos al castellano) siguen estando de actualidad. Lo cual quiere decir que o no hemos cambiado nada, o que estamos en democracia pero igual que antes de tener democracia. O que nuestra democracia se apellida «orgánica».
Disquisiciones politológicas aparte, vamos a centrarnos en el tema que nos ocupa. Que no es otro que el cierre gubernativo de las emisoras de la COPE en Lleida y Girona, así como algunas de Punto Radio. No es la primera vez, naturalmente. Pujol ya lo intentó directamente; y cuando le preguntaron, la respuesta fue que «la COPE diu mentides». Vamos, que la COPE mentía. La COPE hizo valer su derecho constitucional a informar y los tribunales le dieron la razón.
Aproximadamente quince años después, la rama izquierda del PUC (Partit Únic Catalanista) ha intentado lo mismo, pero por vía gubernativa de facto y me explicaré. El CAC anuncia orgullosamente que «actúa con plena independencia de las Administraciones en el ejercicio de sus funciones» (art. 1.1. de la Ley catalana 2/2000, de 4 de mayo). No obstante, esto se ha de leer más despacio.
En primer lugar, tengamos en cuenta que el gran intelectual Alfonso Guerra pronunció la sentencia famosa de que «Montesquieu había muerto». O sea, que lo de la división de poderes era mera ilusión. De entrada, el partido que gana unas elecciones ya se hace con el Ejecutivo. Si además goza de mayoría parlamentaria, controlará el Legislativo, en cuyo seno el grupo parlamentario gobernante se dedicará a justificar y jalear al Ejecutivo cuando toque. Ya tenemos dos en uno.
En cuanto al Judicial, es un poco más complicado; pero hoy no hay que ser muy listo para ver que los miembros del órgano de gobierno del Poder Judicial son nombrados por el Legislativo (gracias a la LOPJ de 1985, que permite esa escandalosa injerencia); y que éstos suelen militar en asociaciones profesionales que apenas esconden su carácter partidista («conservador» la APM, «progresista» JpD). Y ello, pese a que formalmente no pueden pertenecer a partido político alguno. No hay sino recordar la lamentable estampa de un Rajoy sonriente que se felicitaba de «haber pactado con ZP los nombramientos del CGPJ».
Hecha esta precisión, avancemos un poco más y recordemos que en Cataluña sólo hay dos poderes: Ejecutivo y Legislativo. Lo que, teniendo en cuenta lo anterior, quien tiene mayoría en el Parlament controla ambos poderes. Mayoría que, en este caso, pertenece al PUC (PSC-ERC-IC+CiU… y el PPC, que está haciendo últimamente denodados esfuerzos por entrar en él).
Retomando el hilo, pues, lo que el CAC es independiente… va a ser que no. De facto es un órgano tan administrativo como pueda serlo el «Comisariado del Pueblo de la Lengua» (también conocido como Direcció General de Política Lingüística). Dicho esto, lo demás es más fácil de entender: se manda recao al citado organismo para que a determinados medios díscolos (definición de díscolo: que no quiere formar parte de la prensa del movimiento, prefiriendo en todo caso contar la verdad) se les aplique la ley del embudo. No hay problema: se justifica la cac-cicada apoyándola en «presuntos problemas técnicos»; y tranquilos, que la prensa y radio del movimiento aplaudirá con las orejas la medida.
¿Protestas? Claro, las de C's: pero ya se sabe que no van a ir a ninguna parte. Son pocos, mal avenidos y además, caso de que se uniesen, se les puede desactivar en dos frentes: se manda a un comissari lingüístic que repita y haga repetir las consignas apropiadas como un mantra (por ejemplo, «fora fatxes!») y luego se consigue que los Mossos comparezcan convenientemente tarde, es decir, cuando ya a alguno de los manifestantes le hayan puesto un ojo a la funerala…
Mientras tanto termina este nuevo culebrón como debe terminar –en los juzgados y dando la razón a las emisoras díscolas–, les propongo el ritmo sabrosón y sambero de la canción. Porque no hay mal que por bien no venga y el que no se consuela es porque no quiere…
Mama caca, an a l'aigua què li han fet?
Mama caca, an a l'aire què li han fet?
Mama caca, a la terra què li han fet?
Mama, mama caca,
ja no en queda un pam de net!