16 de octubre de 2006

¿Qué querías ser de mayor?

Mis recuerdos de querer ser algo se remontan a bien pronto. Recuerdo que de muy pequeño quería ser nada menos que astronauta. No sé por qué tenía esa ambición de llegar lejos, de conocer otros mundos, extraños y lejanos. No coincidía para nada con aquellos niños que de pequeños sueñan con algo más asequible: médico, o abogado, o agente de la propiedad inmobiliaria, como su papá. Mi papá era militar y yo sentía una cierta admiración por ese mundo, aunque nunca me sentí lo bastante capacitado como para marcar el paso y recibir órdenes. El caso es que mientras quise ser "astronauta", era fiel y devoto seguidor de "Espacio 1999" o "Star Trek" y no hace falta decir que devoraba toda la información disponible en el momento sobre nuestro sistema solar. Crecí un poco más y decidí que el camino a la NASA era muy largo y que, sobre todo, había que aprender inglés y hacerse americano. Y yo, que soy más español que la siesta y la tortilla de patatas juntos, pues como que no.

Mi entusiasmo se desplazó entonces hacia la medicina, aunque esa etapa duró menos. Se cortó de tajo aproximandamente a los 12 años cuando en el colegio nos pasaron una película sobre una operación a corazón abierto. Todavía recuerdo la imagen del cirujano sosteniendo en su mano izquierda un corazón palpitante. Eso fue lo que definitivamente me dijo que por ahí no iban los tiros.

Poco después descubrí la astrología. Por entonces no sabía gran cosa, pero la astrología sí me permitió "llegar a las estrellas". No era lo mismo que llegar en cohete, pero se llegaba de todos modos. También quedó como un sueño; pero éste, a diferencia de los otros, no lo enterré, o tal vez se puede decir que lo enterré a medias. Nunca dejó de hacer ruido alli donde lo escondí.

Mi padre, viendo que yo "alucinaba pepinillos" (o como dicen aquí, "veía moros con tranchetes"), tomó las riendas del asunto y me convenció para que yo estudiara algo que mi familia pudiera pagar y que diera dinero. Así fue como entré en la Facultad de Derecho. Fueron muchos años, muchas lágrimas y un título universitario que en el fondo sabía que iba a guardar en bolitas de alcanfort.

Ahora estoy viviendo mi sueño de adolescencia, extrañamente. No es para tirar cohetes, pero hago lo que me gusta hacer y me siento bien cuando la gente sale de mis consultas más tranquila y más consolada. La vida tiene unos caminos bien extraños, pero creo que es cierta la frase de Paulo Coelho: cuando deseas algo fervientemente, el Universo entero conspira para que lo consigas. Y así es como parece que se dieron las cosas...

4 de octubre de 2006

Hasta el gorro

Situación: Exterior día. 12 del mediodía. Cola de un establecimiento público cualquiera.

Empleada 1 (hablando por el móvil): ¿Ah, sí? ¿Entonces Pepita le arreó un sartenazo en la cabeza cuando él le confesó que le había puesto los cuernos? No me digas... Ah, pero yo sé que ella también le puso los cuernos, porque el otro día me encontré con una amiga de muchos años y me comentó que Carmencita andaba con un señor que le pagaba el piso y las vacaciones y que ya le estaba diciendo que si se venía ella con los niños y dejaba al capullo de su marido y...

Cola: ¡Vengaaaaaaaaaa, que es pa' hoy! ¡Que no tenemos todo el día! ¡Será posible! ¿Es usted socia de honor de la timofónica o qué?
Empleada 1 (protestando): Pues es que mi cuñada me está contando un caso muy escabroso. ¿Pueden esperar un poco, por favor?

(Se oyen resoplidos de resignación)

Empleada 1: Sí, es que tengo cola aquí esperando, pero tú cuenta, cuenta, que ellos se esperan también. (Sigue la conversación telefónica). Ajá... Sí, claro, varios puntos de sutura. ¿Y luego se reconciliaron? (Con mucho aspaviento). ¿¿¿Se lo dijo??? ¡Qué horror, Mari, qué horror! Pero se reconciliaron, que es lo que cuenta. ¿Qué me dices? ¿Ahora van a un consejero matrimonial? Pues no sé yo, ¿eh?, no sé yo... Porque la vecina del cuarto me dijo que fue a un consejero de ésos y no creas que le fue tan bien. Ah, ¿pero les pone deberes? Bueno, me lo cuentas más tarde que aquí tengo a mi supervisor y tiene cara de enfadado.

Supervisor: La cola se alarga hasta el final del establecimiento. Queda usted despedida, señorita. (Se oye una tempestad de aplausos).

¿Alguna vez han pasado una situación parecida?
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