La censura forma parte de las anomalías que fueron corregidas con la democracia. Afortunadamente, vivimos en una sociedad en la que la libertad de expresión forma parte de la cotidianidad y los profesionales de la comunicación ejercen su derecho a informar a los ciudadanos de todo aquello que forma parte del interés general, bajo las normas que establece el Estado de Derecho. El libre ejercicio de informar requiere unas reglas básicas tanto por parte de quien suministra la noticia como del que la trasmite. Es decir, los periodistas deben cumplir con su obligación de recabar la información necesaria para transmitir la noticia y quienes la suministran han de permitir que se les cuestione para facilitar la claridad de lo que pretenden informar.
Últimamente, se ha convertido en práctica demasiado frecuente que dirigentes públicos convoquen a los medios de comunicación para hacer una mal denominada «declaración institucional». Le llaman así a la supuesta rueda de prensa en la que el político o personaje público se limita a transmitir lo que le parece oportuno sin permitir a los periodistas que hagan preguntas. De este modo, sólo transmiten lo que les interesa y niegan el ejercicio de la libertad de expresión implícito en una rueda de prensa, en la que el informador transmite lo que considera oportuno y los periodistas preguntan para transmitir a los ciudadanos la información de forma veraz y concreta. La frase «no se admiten preguntas» se usa últimamente con demasiada frecuencia, hasta el punto de que los directores los principales diarios, entre ellos LA RAZÓN, han firmado un manifiesto conjunto en el que reclaman las buenas prácticas periodísticas y piden que se acabe con las declaraciones sin preguntas.
Los directores, el presidente de la Asociación de la Prensa de Madrid y el decano del Colegio de Periodistas de Cataluña advierten del riesgo para la democracia que supone el hecho de no permitir preguntar en una conferencia de prensa, acto periodístico que pierde todo el sentido cuando los informadores se reducen a meros espectadores para transmitir una información. Esta anomalía sucede, sobre todo, en el terreno político, bajo la excusa de que se expresa un posicionamiento concreto que, según ellos suponen, es el que interesa a los medios. La pasada campaña electoral ha estado plagada de supuestas «declaraciones institucionales», en las que los políticos intentaban transmitir los titulares de cada jornada sin riesgo de ser cuestionados. Esta forma de actuar no se corresponde a una democracia como la nuestra y desnaturaliza el concepto de rueda de prensa. No es necesaria la presencia de periodistas si las fuentes de información no se someten a sus preguntas. Además de dificultar el ejercicio de la profesión, los ciudadanos sólo reciben una información parcial que no ayuda, en muchos casos, a percibir la realidad objetiva.
En el Día de la Libertad de Prensa, celebrado este viernes, se ha puesto de relieve la necesidad de apostar por la información sin cortapisas ni recortes que recuerdan a la censura de épocas pasadas y que distorsionan la realidad. Los diarios españoles suman esfuerzos a favor de la libertad de expresión, del libre ejercicio de la profesión y del derecho de los ciudadanos a recibir información veraz y suficiente. Los personajes públicos deben abandonar esa mala costumbre de realizar «declaraciones institucionales», que al final son propaganda sin interés informativo. No es tanto un «derecho» de los periodistas, como el de los ciudadanos a tener toda la información.
Tienes una bendición en mi blog, espero que te guste
ResponderEliminarSe ha convertido esto de la libertad de prensa en un pastiche. Y si adentramos más a fondo la información en sí, veremos que aun en las democracias, esta libertad no es tal.
ResponderEliminarMis saludos, Aguador.