5 de abril de 2007

Cosillas "del nostre país"

Acabo de leer en Libertad Digital dos artículos de Juan Carlos Girauta sobre las chorradas nacionalistas (él dice "gansadas", pero es que su manual de estilo es más completo que el mío) y sobre la corta memoria. Efectivamente, en la avanzada sociedad catalana lo que "funciona" es el fervor por la causa, que ya denuciábamos como lo más inútil que existe en política. Pero no solamente eso. Funciona, como en toda sociedad nacionalista que se respete, el "señalamiento del enemigo". Hoy por hoy, el PP es el enemigo nacional de Cataluña. Sin embargo, aquí el PP es un enemigo relativamente pequeño. El olor a moqueta de Piqué y su cuadrilla, conjuntamente con su política "de a poquitos" es la garantía de que nunca van a ser opción de gobierno en estas tierras guiadas por la Moreneta hacia el cielo nacionalista.

Entonces, ¿por qué esas declaraciones altisonantes? De ERC no nos sorprenden en absoluto, puesto que ellos ya dijeron sin necesidad de notariarlo que el PP era el enemigo a batir. No el "adversario político", sino el enemigo, con una ferocidad mal contenida digna del español más profundo (ése al que tanto desprecian y al que por desgracia tanto se parecen). De CiU nos sorprenden un poco más, porque a fin de cuentas CiU es nacionalista. Y sin embargo pacta con el PP para gobernar en los Ayuntamientos (particularmente, el de Tarragona).

Solución que propone Juan Carlos Girauta: se aburren. Se aburren soberanamente y, por eso, los sábados en que no juega el Barça (o que juega pero no es un partido interesante, como cuando juega en la Copa Catalunya contra el Atlético Albatàrrec) salen con alguna chorrada. Véase, si no, el chalaneo de Xavier Vendrell ("te doy mi Generalitat a cambio de tu referéndum soberanista"). El asunto produce sonrojo y vergüenza ajena; pero si no recuerdo mal, ése sábado el Barça no jugaba un partido interesante.

Lo mejor, sin duda, es ser del PSC porque se puede jugar a dos barajas: cuando conviene, se juega con la baraja catalanista; y cuando ésta no conviene, se juega con la baraja "de izquierdas" (progre en realidad). Así, Maragall jugaba con la primera por el peso de la tradición familiar. Montilla juega con la segunda porque jugando con la primera sonaría falso e impostor. Por eso se presenta como catalán, pero d'Iznáha. Y además, viniendo como viene de l'Hospitalet, parte del cinturón rojo de Barcelona, no tenía elección.

¿Y qué importancia tiene esto? Para el ciudadano de a pie (sobre todo el de Barcelona), que soporta alquileres altísimos, a quien el ministro Clos (el anestesista con la mejor raya en medio de todos los ex-alcaldes de Barcelona) acaba de anunciar que le va a subir el agua, el gas y la luz... más bien poca. Pero es lo que tiene tener unos políticos "aburridos". El día en que les toquen el bolsillo, o dejan de ser aburridos, o dejan de ser políticos.

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