Vaya con la «memoria histérica» de Zapo. A cuenta de remover los huesos de nuestros abuelos, a un cierto organismo llamado Liderazgo Islámico Mundial se le ha ocurrido exigir a Zapo la reivindicación de la «memoria histórica andalusí», entre otras propuestas. Para los no enterados, recordemos que el término Al-Andalus no se refiere exclusivamente a todo lo que hay debajo de Despeñaperros, sino también a todo lo que hay por encima, hasta Covadonga. Es decir, toda España. Y como al bocazas de Zapo se le llena la boca con lo de la «Alianza de Civilizaciones», el mundo islámico (no necesariamente «árabe», pero sí islámico) le ha tomado la palabra. Como siempre, a él las patadas se las dan en nuestro culo.
Leo en El Mundo de hoy (p. 22) que se está gestando una especie de «I Congreso Mundial para la Recuperación Histórica Andalusí». Síntoma de organización. Síntoma de que existe un propósito definido. Algo parecido a lo que ocurre en 2001, una odisea del espacio (tanto el libro como la película): al principio, dos bandas de monos se pelean entre sí profiriendo gritos, pero nada más. Después de llegar el monolito, una de las bandas vuelve al arroyo, sin gritar, pero con un garrote en la mano. Mucho me temo que eso es lo que está pasando. Y Zapo, ocupadísimo como está en la tarea de invertebrar España (tanto, que nos recuerda a Witiza), no se da por enterado y cree que los islamistas se contentarán ahora con sus volutas de humo acerca de la «Alianza de Civilizaciones».
Pues digo yo que menos mal que los italianos no se han liado la manta a la cabeza y han empezado a reivindicar las glorias del Imperio Romano y a empezar a imponer el latín como lengua vehicular (a veces pienso que si el latín tuviera el papel que le corresponde en nuestra enseñanza, en vez de ser una «lengua muerta», otro gallo nos cantara a los españoles; pero no hay peligro de que caiga esa breva, ni por los unos ni por los otros). Otro tanto se podría decir de los franceses: si reivindicaran su «memoria histórica», a Cataluña le arrancarían de cuajo la mitad de su extensión (la que ocupaba la Marca hispánica carolingia). Eso, seguramente, no le gustaría a Carod. Hasta los griegos podrían reclamar su «memoria histórica» con no menor motivo que los italianos, con lo cual su reivindicación territorial comprendería desde Rosas y Ampurias hasta las puertas de la India (la extensión del imperio alejandrino). E incluso, si nosotros reivindicáramos nuestra memoria histórica, Portugal dejaría de ser nación independiente, entre otras…
Vayamos un poco más despacio, como siempre. ¿A qué se debe el incremento de la presencia en nuestro horizonte de «lo islámico»? En mi humilde opinión, un primer motivo (no necesariamente el más importante) es el hecho de que Andalucía se ha querido equiparar a las «regiones históricas», en especial Cataluña y Euskadi. En su búsqueda de «identidad histórica», Andalucía forzosamente ha tenido que mirar a su pasado árabe, lo cual en sí mismo no es bueno ni malo. Dicha mirada, no obstante, ha propiciado que aparecieran otros intereses bastante ajenos a la «identidad andaluza».
En segundo lugar, es de todos conocido que para muchos islamistas allende nuestras fronteras (también desde dentro, por desgracia), «Al-Andalus es el paraíso perdido». Y lo reclaman como suyo. Según ellos, pues, Don Pelayo no tendría que haber presentado batalla a los moros, ni los reyes subsiguientes haber plantado cara al Emirato y al Califato. Tendríamos que haber soportado pacientemente las correrías de Almanzor. Vamos, que ni siquiera tendría que haber habido Reconquista. En fin, un cúmulo de despropósitos sólo posible en el universo progre, en el que éstos (los progres) son «tontos útiles» de Islam más rancio y recalcitrante, lanzado al parecer a conquistar el mundo.
Sin embargo, nada de eso preocupa a Zapo. Él pretende convencernos que «lo islámico es bello», a pesar de que sabemos cómo las gastan. A él le presionan en tres direcciones distintas y/o simultáneas:
- El estímulo positivo: «Si nos dejas construir esta mezquita, nunca faltará petróleo en tu país».
- El estímulo negativo: «Si no nos dejas construir esta mezquita, emitiremos una fatwa y tú y tu país seréis declarados enemigos del Islam, y ya sabes lo que eso significa».
- La glamourización de lo árabe, muy parecida a lo que se denunciaba en un artículo que transcribimos acerca del «glamour rojo», principalmente a través de la moda y la música.
Las tres vías son preocupantes (en especial la última, que apunta al futuro). ¿Qué hace España (cabría incluir a Europa en la pregunta frente a esa ofensiva en todos los frentes (político, económico, cultural)? Hoy por hoy, parece que miran a otro lado. Arabia Saudí es un país en el que se conculcan los derechos humanos todos los días, y sin embargo, el Rey ha concedido el Toisón de Oro a su reyezuelo-dictador, por aquello de la «hermandad hispano-árabe» y para que, por si acaso, cuando a los demás les corten el petróleo por infieles, a nosotros nos lo conserven como «amigos» que íbamos a ser.
En fin, se podría seguir muchísimo más. Pero baste una última pincelada: el proceso de destrucción de valores que se está llevando a cabo desde hace tiempo (y que desde que Zapo ocupa La Moncloa) está dejando a la ciudadanía sin posibilidad de rearmarse moralmente frente a las agresiones, directas o sutiles, de ese islamismo radical que sólo nos quiere como esclavos. Zapo es cómplice y, por tanto, culpable. Ahora, como el Rey le ha concedido a Ibn Saud (creo que se llama así) el Toisón de Oro a instancias de Moncloa, él podría corresponder nombrando a Zapo «musulmán honorario» o «amigo de Alá», o cosa parecida. Seguro que él estaría encantado. Nosotros, bastante menos. Afortunadamente, no falta mucho para que Zapo haga las maletas (ya sea en octubre o en marzo del año que viene). Mientras tanto, queridos lectores, vayan practicando: Allah el akbar!
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