He tardado muchos días en escribir sobre este hecho, que me conmovió hasta los cimientos y que me produjo una repugnancia fundamental y básica. No podía —no puedo aún— acercarme a los hechos desnudos de forma aséptica, sin emoción. Sin embargo, y aunque la enormidad me supera, trataré de escribir algo que tenga algún sentido, puesto que ayer fue su día.
Los hechos desnudos y asépticamente considerados son los siguientes: en una red de clínicas dirigidas por un médico peruano se permitía el aborto más allá de las doce semanas preceptivas. Todo parecía muy limpio y seguro. Por un módico precio de 4.000 €, las embarazadas que lo desearan podían quitarse ese molesto apéndice llamado feto que había que cargar durante nueve meses (o siete, si se daba el caso, pero no menos) porque así lo había dispuesto la Madre Naturaleza, más sabia que los hombres por lo general.
Es habitual y significativo que quienes dieron la voz de alarma fueron unos reporteros daneses (desde fuera la realidad suele verse con más objetividad), siguiendo a ciudadanas de su país que arribaron a Barcelona porque, al parecer, esta ciudad es la meca del aborto. Uno no puede por menos de considerar que se ha invertido la tendencia. Antes (en los años 70 y 80, sobre todo), eran las españolas las que tomaban el charter abortivo, que se decía entonces, y se iban a Londres a abortar (las que podían, claro). Ahora, en cambio, vienen aquí a abortar porque en sus países de origen está prohibido o se ponen muchas trabas.
Otro dato muy significativo en el caso de Barcelona es que la Generalitat «nunca encontró irregularidades» antes de que el caso se denunciara. Según informa la prensa que se ocupa del caso, parece ser que sí había inspecciones, pero raramente finalizaban con algo más grave que una multa que, de todos modos, la clínica inspeccionada podía pagar. Y también, según informan esos medios, que el «doctor» Morín (permítanme que, por muy licenciado que sea en medicina y cirugía, ponga el título de este señor entre comillas) tenía contactos en el Colegio de Médicos de Barcelona que le aseguraban la impunidad de su práctica asesina. «Muy profesional», que hubiese dicho Pazos.
En fin, para no repetir lo que ya nos han contado exhaustivamente los medios de comunicación y ahorrándome los detalles macabros, daré mi opinión sobre el tema. Me temo que resultará bastante conservadora, pero en fin: uno piensa como piensa porque es como es.
Sin poner en duda la legislación vigente, a mí me parece que el aborto, cualquiera que sea el grado de desarrollo del feto, es un asesinato. No estoy de acuerdo con la división práctica de las 12 semanas para decidir qué es vida dentro del útero y qué no lo es. Comprendo que cuando se quiere uno lavar la conciencia establece límites artificiales y artificiosos para llegar a un acuerdo político con quienes promueven el aborto. Pero la vida existe desde que se crea el cigoto y éste va creciendo por mitosis o meiosis y se van creando los órganos que le definen como ser humano (disculpen mi ignorancia en términos ginecológicos, si he cometido un error).
Desde el plano legal, el Código penal se coloca en una situación de conflicto: por un lado, la embarazada; por el otro, la vida humana dependiente. La opción por uno o por otro determinará la idea o filosofía en lo referente al aborto en sí. Nosotros recordaremos que existen tres casos en que el aborto no es punible, remitiéndonos al «sistema de indicaciones»:
- Indicación terapéutica: justificada cuando el parto podría significar un riesgo cierto para la salud del feto o de la madre.
- Indicación moral: el legislador abre aquí un poco la mano, no castigando el aborto cuyo embarazo sea producto de una violación.
- Indicación eugenésica: el legislador permite el aborto siempre que exista la posibilidad, hoy determinable con bastante certeza, que el feto pudiera nacer con taras físicas o psíquicas.
En mi opinión, en los casos tratados por esas clínicas-mataderos, no estamos ante ninguno de los tres casos. Ni siquiera ante el caso de la rechazada indicación socioeconómica, que podría resumirse en «aborto porque el padre me ha dejado tirada y no puedo mantener al bebé yo sola». Habría que ver caso por caso; pero quien puede pagar 4.000 leuros por abortar no es difícil que no pudiera mantener a su bebé.
Se derivan muchas cuestiones del tema. Pero por ahora, y por no hacer el post demasiado largo, terminaré con unas palabras de Khalil Gibran, no por conocidas menos necesarias y menos adecuadas al tema que estamos tratando…
Y una mujer que llevaba un niño contra su pecho le preguntó a un maestro: Háblanos de los hijos. Y él respondió:
Vuestros hijos no son vuestros hijos.
Son los hijos y las hijas de los anhelos que la vida tiene de sí misma.
Vienen por medio de vosotros, pero no de vosotros;
y aunque vivan con vosotros, no os pertenecen.
Podéis darles vuestro amor, mas no vuestros pensamientos,
pues ellos tienen sus propios pensamientos.
Podéis albergar sus cuerpos mas no sus almas,
Porque sus almas moran en la casa del mañana, que ni aun en sueños os es dado visitar.
Podéis esforzaros por ser como ellos, mas no intentéis hacerlos como vosotros.
Porque la vida no marcha hacia atrás, ni se detiene en el ayer.
preciosa entrada, Aguador. Preciosa de verdad. Gracias.
ResponderEliminarAmiga Schwan:
ResponderEliminarEstoy preparando una segunda parte de este "artículo". Supongo que saldrá antes de que termine el año xDDDDDD
Saludos y Feliz Año Nuevo,
Aguador
Mira, yo entiendo poco, pero tengo algunas cosas claras:
ResponderEliminar1.- Hay vida desde el primer momento, de la no vida no surge la vida, por lo tanto y como dicen los chicos jóvenes: 'blanco y en botella'.
2.- Nadie aborta por abortar, al menos, yo quiero creer eso. Y muchas veces, nosotros ,la sociedad, nos deberiamos preguntar qué parte de culpa tenemos, porque lo que está claro es que el número de abortos crece y crece, y sinceramente, no creo que eso sea algo normal. ¿Qué formación le estamos dando a nuestros jóvenes, qué ven en el aborto un método aniconceptivo?. ¿Acaso todo es válido?.
3.- Alguien dijo hace muchos años que no todo lo legal era justo, 'principio de no cooperación' le llamó. Si, fue un tal Gandhi. La ley está, pero tengo derecho a decir que no me gusta, y que no es justa, porque el más débil, el bebé en este caso, no puede defenderse.
Ah! por cierto aguador, te he copiado la poesía, me ha gustado.