Ya saben ustedes que en este blog, por lo general, no se habla más que de política o de cosas curiosas que acontecen en la sociedad.
No obstante, hoy romperé esa costumbre y les hablaré de un invento de una empresa australiana, Emotiv Systems. Lo llaman EPOC y viene a ser un artilugio que, colocado en la cabeza, sirve para realizar acciones básicas en relación a un videojuego. Me llaman la atención estos párrafos de la noticia leída en Libertad Digital, que a su vez toma la noticia del blog de Brian Crescendo, uno de los afortunados que ha probado el citado artilugio:
El resultado es que el jugador puede realizar acciones básicas como mover o hacer desaparecer objetos en la pantalla sólo con imaginar estas acciones. Además, EPOC es capaz de analizar el estado de ánimo del usuario y, por ejemplo, aumentar la dificultad del juego si detecta que está aburrido.
Emotiv ha trabajado durante cinco años en este producto y ha preferido centrarse en sus aplicaciones para videojuegos, pero sus responsables reconocen que los usos podrían ir mucho más allá. "Consideraremos también en el futuro las oportunidades que ofrece el sector médico", dijo Le. Entre otras aplicaciones potenciales citó "la televisión interactiva, el diseño de accesibilidad, la investigación de mercados o la seguridad".
Probablemente en la literatura de ciencia ficción hay bastantes precedentes. No soy muy leído en ese género, pero mencionaré dos que yo recuerdo. El primero de ellos, en algo tan inofensivo como una serie de dibujos animados llamada Ulises 31. En el capítulo 19, Nereo, los hombres-tiburón controlan a la población mediante la colocación de una rémora, un aparato capaz de mandar órdenes al cerebro cuyo control por los hombres-tiburón (criaturas de Poseidón, el malo malísimo de la serie) permitía esclavizar a los ciudadanos de Nereópolis.
El segundo es menos «inofensivo». Se trata del casco cerebral (Braincap en el original inglés), descrito por Sir Arthur C. Clarke en 3001, odisea final (la novela que cierra el ciclo de las Odiseas). Es requisito indispensable para funcionar en la sociedad del siglo XXX. Tiene sus inconvenientes: aquellos que adolezcan de algún defecto genético no podrán llevarlo. Para los que sí, la vida se simplifica muchísimo: pueden enviar y recibir e-mails, aprender carreras universitarias en una noche (opción más que interesante, tal como se está poniendo hoy en día la Universidad). Sólo tiene un problema: que en cuanto uno piensa en cometer el delito, rápidamente le echan el guante. Pero en fin, mientras uno se mueva en los parámetros de la legalidad (de cualquier forma que se defina, hoy o dentro de mil años) no tiene por qué haber ningún problema.
No sé si desear que semejante artilugio se invente dentro de mil años o que la ciencia avance lo bastante como para tenerlo listo en menos de diez. ¿Se imaginan lo peligroso que podría ser un tal artefacto en manos de un ZP o un Pepiño? Es decir, personas que tratan de esconder sus ansias totalitarias bajo un manto de (presunto) progresismo. Personas que tratan de sojuzgar a los demás so pretexto de redimirlos. Mientras tanto, parece que a Marianito le han puesto algo parecido, porque lo único que le falta es dar vivas a ZP y besar el suelo que éste pisa.
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