6 de agosto de 2008

La Juani en la calle

Pues nada. La Juani en la calle, sin que nada ni nadie lo haya podido impedir. Con ser eso malo, no es lo peor. Hay varios detalles que son significativos y repugnantes, que nos repugnan mucho más que a la Fashionaria Voguemomia.

El primero de ellos, que la Juani sale de la cárcel sin cumplir completamente su condena. Apenas 8 meses por cada víctima que causó el atentado que cometió. Yo conocí al padre de una de esas víctimas: el siudadano Fransisco Freixes (padre del guardia civil asesinado Jesús María Freixes). Es un señor de arraigadas convicciones de derechas (no sé si franquistas o no: lo digo por los trolls). Él mismo, para dar ejemplo, salía a patrullar por las noches multando a los locales que se pasaban de ruidosos. Por ello y por algunas otras originales propuestas de su etapa de concejal de Medio Ambiente se granjeó la burla, la befa y la mofa de la caverna nacionalista e izquierdista locales.

También recuerdo que él fue el encargado de hacer el papel de viejo profesor en la novatada que prepararon los alumnos de quinto de Derecho a la promoción 1985-1989, la última del Estudi General (como mandaba la tradición). En el curso de la cual mencionó un «falso libro recomendado por la cátedra» que llamó Las Constituciones que nunca se cumplen. Libro que yo, como novato, bulto o pipiolo que era, llegué a buscar en la por entonces famosa Librería Caselles (en Lleida, si no encontrabas un libro, estaba en la Caselles). Es un libro que daría mucho juego si se escribiese, ciertamente.

En fin, dejando de lado el vuelo de la imaginación y volviendo a la cruda realidad, decíamos que nos repugna que ese hombre haya salido sin apenas cumplir un año por víctima, cuando en teoría le habían condenado a 3.000 (como para no salir del maco en bastantes vidas). Pero claro, hay que contar dos factores: varios objetivos y otro subjetivo. El objetivo es que la redención de penas por trabajo (si no recuerdo mal, un día de trabajo por cada dos de condena) ha reducido más que sensiblemente la condena al ex-preso De Juana. Segundo, las vergonzosas peticiones de reducción de condena por la Fiscalía, es decir, por quien según el art. 124 de la Constitución debe velar por el interés público tutelado por la ley.

Del lado subjetivo, la ausencia total y absoluta de arrepentimiento por parte de ese gudari esa alimaña hace risible el argumento de la «reinserción», que orgullosamente señalan quienes se niegan a endurecer las penas o a considerar la posibilidad de establecer la cadena perpetua para los etarras confesos y jamás arrepentidos. Particularmente el P(SOE), que ya en su etapa felipista se negó a tramitar hasta nueve iniciativas del PP en el sentido de endurecer las penas. Se hablaba entonces del «carácter retrógrado de las penas largas de cárcel», de la «incitación a la venganza por parte de las víctimas» (¡!) y, nuevamente, de «la finalidad resocializadora de la pena según el art. 25 de nuestra Constitución». Esto es lo que hace que en España salga tan barato delinquir.

De todos es sabido, no obstante, que para que exista verdadera resocialización tiene que existir arrepentimiento. De nada sirve encerrar a alguien 20 o 30 años si cuando sale sigue pensando que la barbaridad por la que le condenaron estuvo muy bien hecha y que volvería a hacerla si pudiese. Por otra parte, el arrepentimiento es algo estrictamente prohibido en ETA: los pocos que han intentado salirse de ese guión lo han hecho con los pies por delante.

Ahora el PP, que pronto tendrá que añadir a sus siglas una tercera (la Z de «zetapero»), ha dicho por boca de su portavoz de Justicia Federico Trillo, que «ni se plantean ese debate sobre el cumplimiento íntegro de penas». Vayan él y su amigo Rubalcaba a explicarle a Francisco Freixes que su hijo murió para nada y que «hay que respetar la ley».

Finalmente, un tercer puntazo es el que se marcan los nacionalistas vascos cada vez que la Guardia Civil hace su trabajo y detiene a un gudari una alimaña de éstas. ¿Aplauden la detención? No. ¿Felicitan a la Benemérita por hacer bien su trabajo? Tampoco. «Expresan dudas» sobre el trato recibido por el etarra, ¡pobrecillo él, en manos del Estado opresor y torturador! Joseba Azkárraga (el de «subimos por cojones» cuando la justicia llamó a declarar a Ibarretxe) ha defendido el derecho de la Juani a irse a su casa, a pesar de que va a convivir con varias de sus víctimas. Exactamente igual que hacía el otro Joseba (Aguirre). Declaraciones como ésas, que sólo ponen sal en la herida, dan oxígeno a ETA, que a los nacionalistas vascos parece interesarles más. Pero del PNV (o de EA) podemos esperar sentados una felicitación a la Guardia Civil o una política de apoyo a las víctimas de ETA. Lo mismo que Francisco Freixes puede esperar sentado la visita del ministro.

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