12 de enero de 2009

Gaza (I)

Hacía mucho que no veíamos manifestarse a los titiriteros. Hacía mucho que, calladitos ellos, disfrutaban de sus subvenciones tras habérselas ganado con el sudor de su… garganta, chillando contra lo que el ¿Gobierno? les había dicho que tenían que chillar. Son un buen ejemplo de… este… ciudadanía. «¡Ciudadano! El Gobierno te necesita. ¡Acude a la manifa!». Por otro lado, parece evidente que la manifa es el remedio saludable del progre, ya sea para que el caviar no le cree exceso de tejido adiposo o para poder adherirse a los placeres de la buena mesa.

¿Y contra qué se manifiestan los progres, sus lacayos, sus tontos útiles y otras gentes engañadas en sus buenos sentimientos? Contra Israel. «Es que los israelitas son unos bestias», dirá uno. «Es que han matado a niños inocentes», apostillará otro. Argumentos repetidos una y otra vez. Y todos a coro: «¡Pobres palestinos!».

Permítanme, antes de sacar el pañuelo y echarme a llorar, razonar un poco. Ante todo, hay que recordar una cosa: que Israel, con todos los fallos que pueda tener, es una democracia más o menos asentada. Tienen su sistema representativo y, mientras no se demuestre lo contrario, sus elecciones no son un requisito meramente formal, como ya ocurre en España. Cierto es que allí son un poco más rígidos, pero son rigideces derivadas del permanente estado de alerta en que viven.

En cambio, ¿qué tenemos del otro lado? No tenemos a «Palestina», como quieren hacernos creer los progres, que últimamente se les oye muy pro-árabes. Del otro lado tenemos a Hamás, que como mucho llega a banda terrorista asesina. Claro que Hamás no es solamente Hamás. Parece ser que tras esa banda terrorista se halla la alargada sombra de Irán, cuyo máximo dirigente, Ahmadineyad, aparte de ahorcar homosexuales y azotar a católicos conforme a la Shari-a, o enriquecer uranio (eso creo que no entra en la Shari-a, pero desde luego, lo hacen), declaró que «había que borrar a Israel del mapa».

Establecidos, pues, los dos términos de la confrontación, sigamos. Entiendo –y corríjame alguien si me equivoco– que hay muchos palestinos que no comulgan con las ideas de Hamás y que solamente quieren paz para ellos y sus familias. Quieren paz para poder ganarse tranquila y honradamente el pan con el sudor de su frente, trabajando en aquello que Dios, Yahvé o Alá les haya a entender. Quieren paz para legar a sus hijos un porvenir en el que no haya bombas ni misiles.

Dejemos de lado que la de ANP fue, ya en los tiempos de Arafat, una administración corruta e ineta. Si todo el dinero que se agenció Arafat hubiese servido para reconstruir Palestina, Gaza y Cisjordania no tendrían nada que envidiar a Israel en cuanto a prosperidad. Dada la situación actual, está claro que ese dineral no sirvió para eso. De hecho, Arafat distrajo una bonita cantidad del dinero para mandarla a Suiza (la calderilla de 900 millones de dólares). Y Europa se dejó robar beatíficamente, creyendo que hacía una obra de misericordia.

Del lado de Israel hay muchas personas que también quieren lo mismo que muchos palestinos, en absoluto representados por Hamás o Al-Fatah. Quieren trabajar honradamente y ganarse el pan con el sudor de su frente. Y también quieren legar a sus hijos un futuro libre de misiles Qasam. Sin embargo, ante las agresiones, los israelíes ejercen su derecho a defenderse, sobre el que volveremos en el siguiente post.

2 comentarios:

  1. "La ANP fue, ya en tiempos de Arafat, una organización corruta e ineta"...

    Geee... me partooooo... Si te oye Pepiño... ;)

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  2. JAJAJAJAJAJAJA

    Pues no sé si me va a oir... Seguro que si se va al chalecito que se ha hecho construir no me oye...

    xDDDDDDDDDDD

    Saludos,
    Aguador

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