17 de abril de 2006

El oasis

O más bien debiera decir l'oasi. Porque el oasis del que me apetece hablar hoy es el oasis català. Pero vamos por partes, que dijera Jack el Destripador. Según el diccionario de la RAE, "oasis" tiene dos acepciones:

a) Sitio con vegetación y a veces con manantiales, que se encuentra aislado en los desiertos arenosos de África y Asia (la RAE se olvida de que en Australia hay un desierto inmenso; pero en fin, son lingüistas y no geógrafos).

b) Tregua, descanso, refugio en las penalidades o contratiempos de la vida.

Ateniéndonos a la segunda de las definiciones, un lugar de descanso es un lugar que nos imaginamos tranquilo, con palmeras, donde nunca pasa nada. Sobre todo esto último. Pues bien, hace algún tiempo apareció un libro del periodista Josep Clemente, El oasis catalán, que viene a destapar el por qué de algunos asuntos que han sacudido la política catalana y aún la española.

¿Pero qué es en realidad el oasis? Después de la lectura del libro de Josep Clemente (que, como es de imaginar, cuesta encontrar en las librerías catalanas), me queda claro lo siguiente:

1) Que hay dos partidos políticos que mandan en el oasis catalán (CiU y PSC).

2) Que los otros partidos minoritarios han actuado no pocas veces de comparsas agradecidos.

3) Que los dos partidos mayoritarios se han financiado de forma irregular, lo cual ha quedado demostrado hasta judicialmente.

4) Que los dos partidos tienen un pacto para taparse las vergüenzas (nervio fundamental del oasis, pues nunca un partido acusará al otro de lo que él mismo hace si no quieren ir los dos de la manita al infierno).

5) Que buena parte de esa financiación irregular ha salido y sale del pago de comisiones por adjudicación de obra pública, así como de la regulación (o tal vez, de la no regulación) de juegos y apuestas.

6) Que el oasis, considerado en su conjunto, tiene amaestrada a la judicatura y amordazada a la prensa.

7) Que todo aquel que denuncia el oasis es completamente laminado y condenado a la inexistencia, bien se trate de un empresario harto, bien se trate de un periodista valiente.

Si todas estas premisas son ciertas al 100% (y tiendo a creer al señor Clemente por el solo hecho de ser un represaliado), habría que encarcelar a toda la clase política catalana y a sus familias (no pocos familiares de políticos catalanes han explotado el parentesco para sacar tajada). A los funcionarios dóciles y complacientes que son los que forman la estructura del oasis, olvidando su deber fundamental de servir con objetividad a los intereses públicos. Y a unos cuantos empresarios que, usando prácticas verdaderamente mafiosas, han barrido a la competencia en su sector. Como estamos en una democracia, se tendría que crear una sala especial de jurisdicción para "los casos del oasis" (y tendrían trabajo para largo). En una dictadura sería más fácil: todos al paredón.

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