"Hay un personaje en el cuadro de las lanzas actual que reclama mi atención. No sé qué pinta, ni en nombre de qué pinta lo que pinta. Se trata de un señor llamado Alcaraz, de extraño rostro y aún más extraño comportamiento, que preside al parecer la AVT. Llevo observando la política en general, y la antiterrorista en particular, mucho tiempo. La AVT y el Foro Ermua siempre me han parecido organizaciones sumisas a la voz de su amo más que a la de su corazón. Si es que lo tienen todavía. Erigirse en portaestandarte de los vivos es arriesgado; de los muertos, imposible. Lo que en el fondo han de querer quienes amaron a las víctimas mortales, más aún que la venganza, es la paz. Esa es la única forma de hacer fértil su sangre. De verdad, no murieron, nadie murió, para que ese Alcaraz u otro semejante destaque obedeciendo. De ninguna manera."
Si esto lo hubiese firmado alguno de los escribas a sueldo del Pravda (anteriormente conocido como Er Paí), no me hubiese sorprendido mucho. Para esa gente es "natural" burlarse de quien es víctima (o "ningunear", como se dice ahora) y no se resigna al silencio cómplice. Pero lo firma nada menos que Antonio Gala y en El Mundo (6 de febrero de 2007). Habría que preguntarle al señor Gala si su reacción hubiera sido diferente si a su Troylo se lo hubiese llevado por delante una bomba etarra. Me permito imaginar que eso sí le hubiese parecido una crueldad, ¿no es cierto?
La segunda es también para el señor Gala. Aquí no hay ninguna rendición. Ni de Breda ni de ningún español decente. En todo caso, la rendición es la del desgobierno socialista ante las exigencias etarras. Los españoles decentes (de izquierdas y de derechas, que los hubo de todos los colores), le dijeron el sábado pasado al desgobierno socialista que no estaban de acuerdo en bajarse los pantalones. Queda gente decente en el PSOE, como Rosa Díez, Gotzone Mora, Maite Pagazaurtundúa o Nicolás Redondo. Ésos tampoco se rinden, señor Gala.
Lo que quieren las víctimas del terrorismo (en puridad sus deudos, porque las víctimas están muertas) no es la paz. Y mucho menos la pá del corrá de Zapo. Lo que quieren, señor Gala, es justicia. Quieren que los terroristas cumplan íntegramente sus penas. Quieren que todas las alimañas que les arrebataron a sus seres queridos se pudran en la cárcel conforme al tiempo máximo que marque la ley. Porque ni las víctimas del terrorismo se toman la justicia por su mano, ni tampoco debe hacerlo el Estado de Derecho, que para eso es "de Derecho" (bien lo ha de saber, pues es usted Licenciado en Derecho). Y hay que enfatizar tanto más este ítem cuanto que esas alimañas no se arrepienten de sus crímenes.
Es inútil, señor Gala, que intente rebajar el papel del señor Alcaraz a mero mandadero de PP. Es exactamente la misma consigna que dan Zapo y Pepiño Blanco a sus huestes intoxicadoras (con las que me encuentro un día sí y otro también en algunos foros que frecuento). Le creía demasiado inteligente, señor Gala, como para hacerse eco de consignas políticas, de cualquier bando del que provengan. El señor Alcaraz es víctima del terrorismo y tiene derecho a formar parte de la AVT y a ser presidente de la misma si así lo deciden sus miembros en aplicación de los estatutos de la asociación.
El poeta que me emociona con estos versos,
A fuerza de tropiezos y reveses
la piel de la esperanza se me enfría.
Qué agonía ocultarte mi agonía,
y qué resurrección si me entendieses.
me decepcionó ayer como comentarista político y precisamente tocando un tema bien sensible, en el que no caben "puntos medios" ni "equidistancias" ni "negociaciones" de clase alguna, como tendría que haber quedado claro desde el día 3 de febrero.
Finalmente, que Pedro J. le dejara publicar esas líneas dice bien poco de la ortodoxia de ese periódico y es un punto en contra respecto de que yo siga comprándolo. Pero de Pedro J. tal vez sea conveniente hablar más despacio. Pero hablaremos, no le quepa duda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Aquí se puede opinar libremente y sólo se borran el spam y los trolls.
Cada comentario únicamente refleja la opinión de quien lo escribe.