En solidaridad con el bloguero Nacho Sierra, Noggia para los amigos, creo interesante traducir su serie sobre «falsos mitos vascos». Él escribe en inglés, pero ello no ha impedido que un proetarra descerebrado le haya amenazado de muerte (estos proetarras, tan demócratas ellos). Por eso, repito, y como muestra de solidaridad con él, irán apareciendo en mi blog los falsos «mitos vascos» de los que él habla.
Falso mito vasco número 1. El País Vasco y España han sido siempre entidades separadas y antagónicas a lo largo de la historia.
Los vascones, juntamente con los caristios, várdulos y autrigones, forman el sustrato básico de lo que todavía hoy se conoce como «pueblo vasco». Si a ellos se añade la población de la época pre-romana formada por los celtas, los ligures y los íberos, los visigodos y los continuos movimientos de población causados por la conquista musulmana y la reconquista cristiana, tendremos en última instancia la configuración no solamente del pueblo vasco, sino del que hoy se conoce como español.
Tras la caída de los reinos visigodos, todos los pueblos españoles sin excepción tomaron parte en el proyecto común de restauración de la «España perdida» y lucharon contra los musulmanes. Al igual que el resto de los españoles, los vascos, siempre aliados con Castilla, hicieron de la lucha por su religión y por el proyecto hispánico el fundamento de su identidad.
El verdadero origen de Castilla tiene un componente esencialmente vasco. El más importante medievalista español del siglo XX (y presidente de la Segunda República en el exilio) Claudio Sánchez Albornoz sostiene que Castilla y los castellanos fueron el producto de la simbiosis racial y cultural entre los visigodos, los cántabros y los vascos.
Durante siglos, los vascos lucharon y murieron por la reconquista de España, participaron en su gobierno y fueron a repoblar en masa allí donde fue necesario. En la Era Moderna, los vascos exploraron el planeta en nombre de España, pues no eran otra cosa que españoles.
En 1808, durante la invasión napoleónica, los vascos lucharon y murieron por España, su rey y su religión, con el mismo entusiasmo que los vascofranceses como el general Harispe lucharon bajo el mando de Napoleón.
Como escribió Miguel de Unamuno, «los vascos no realizaron jamás una proeza o labor de alcance universal desligados de España o contra ésta». Los vascos formaron siempre parte de lo que conocemos como España y construyeron España conjuntamente con el resto de los españoles.
La mera existencia de un sentimiento «nacionalista» no explica por sí mismo la existencia de la nación. Dicho de otro modo: la existencia de la nación no es una condición sine qua non para que exista ese sentimiento nacionalista que la reivindique. Ello es debido a que dicho sentimiento puede crearse de forma artificial, falsificando la historia, reescribiéndola y colocando en ella a los nacionalistas como las figuras más importantes de esa supuesta «nación».
La «nacionalidad vasca» es un invento de principio a fin. Aunque para algunos sea difícil de aceptar, su percepción y sentimiento de pertenencia a la «nación vasca» está basado en enormes falacias, falsificaciones y ocultaciones de datos. Para ello, se lo han inventado todo: la historia, los personajes, la bandera, incluso los nombres Euskadi y Euskal Herría, utilizados por los separatistas vascos para denominar su «nación» soñada... Todo eso es artificial. La bandera (ikurriña) fue diseñada por Luis de Arana (hermano de Sabino) tomando como base ¡la bandera de un equipo de fútbol inglés!(*)
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(*) Corregimos en este punto una pequeña imprecisión histórica. No es realmente relevante para el relato, pero sí en cuanto verdad histórica. Tomamos el dato del libro de Jon Juaristi El bucle melancólico (Espasa, 1997).
Como dijo Boadella ayer en los premios de DENAES, digo ¡viva España! porque así también digo ¡Viva Cataluña!
ResponderEliminarAmigo Fede:
ResponderEliminarMuy recomendable el libro de Boadella "Adiós Cataluña" para entender el nazionalismo cultural catalán, contra el que Boadella siempre se ha manifestado. Le han hecho la vida tan imposible que ha tenido que largarse. Y fuera de aquí, la gente es más normal y le ha aclamado como lo que es: un buen artista del teatro.
Saludos,
Aguador