A mayor abundamiento de lo que dábamos cuenta y razón ayer, me detengo hoy en una Carta al Director de El Mundo, escrita por doña Olga González Chacón, que escribe desde Mollet del Vallès. Desconozco cuál sea su ideario o si está de acuerdo o no con las ideas de Dolors Nadal; pero sea cual sea éste, parto de la base de que suscribo su carta desde la primera letra hasta la última.
De su carta especialmente entresaco dos párrafos y expresiones que me llaman la atención. Nos dice doña Olga, con toda razón:
En ésta, como en otras ocasiones, los individuos que se rebelan a favor de la libertad de expresión y contra el fascismo han quebrado con la violencia que tanto dicen detestar el derecho de palabra indiscutible de una persona, en un lugar en que ecologistas acérrimos reparten publicidad inservible que en pocas horas se convierte en cientos de folios de papel malgastados y donde no es difícil encontrar a quien defienda la prohibición de fumar en un bar mientras reivindica el derecho al libre consumo de drogas.
Doña Olga denuncia aquí el memorable ejercicio de tartufería moral y política practicado por los violentos que ayer agredieron físicamente a Dolors Nadal. Tartufería moral y política que está siempre en el centro del pensamiento totalitario de todo tamaño o pelaje cuando éste no domina al completo una sociedad. Que lo de acabar con un sistema político usando el mismo sistema político no es nuevo. Ya lo practicó Hitler en los años 30 con «notable éxito» y el resultado que todos conocemos.
Pero no acaba aquí doña Olga. Sigue diciendo algo interesante (en realidad está en el primer párrafo, pero a los efectos de mi comentario no creo que afecte mucho al resultado final):
De entre los estudiantes que se supone, como yo, estaban atendiendo las clases, cerca de unos 50 se han decantado por dedicar su valioso tiempo al magnánimo acto de hacer el ridículo en público y tacharse a sí mismos de intolerantes, en lugar de quedarse en el aula preparando su futuro, que es (en principio) el objetivo de todo universitario.
No estoy muy de acuerdo (léase en clave irónica) con la segunda de las afirmaciones. Para unos cuantos (o dejémoslo en más de uno), la participación en algaradas, manifestaciones, reventado de actos «del enemigo fascista», etc., supone un caudal muy importante «de méritos» que son «valorados adecuadamente» a los efectos de designación para cargo público. Eso es, por desgracia, labrarse un futuro en la política catalana. En una universidad «normal», en cambio, estos alumnos serían objeto de expediente disciplinario con resultado de expulsión fulminante e inapelable. ¿Quiere algún ejemplo? El del propio vicepresident Carod-Rovira, que militó en tiempos en el PSAN (el alliberament nacional a bombazo limpio). O el de Xavier Vendrell, ex-militante de Moviment de Defensa de la Terra (MDT), que si no eran terroristas poco les faltaba. Ahora es Vicesecretari general de Coordinació Interna i Acció Electoral (2007). No me dirá, doña Olga, que no es «buen futuro» ése...
¿Estudiar seriamente para ser alguien de provecho en un futuro más o menos lejano y nebuloso (tanto más nebuloso cuanto más dure la troupe nacional-socialista en la poltrona)? Qué va. Eso queda para la gente «sin conciencia revolucionaria y de país». Como usted y como yo.
¿Qué si no va a hacer el nacionalismo? La agresión es aprendida del nacionalsocialismo. Luego les molesta que Vidal les llame así.
ResponderEliminarAmigo Claudedeu:
ResponderEliminarY no está de más recordar, como hace César Vidal, que Hitler apenas fue un "discípulo aventajadillo" de Lenin... que eso sí que tiene webos.
Saludos,
Aguador
Totalmente cierta y clarividente reflexión.
ResponderEliminarLo que se ampara y consiente acaba siendo lo "normal" y si es la violencia, ya vemos el resultado que esa política de contemporización ha dado en el País Vasco. Y a Cataluña ya le queda poco para convertirse en lo mismo: el paradigme de toda intransigencia.
En Andalucía nos quejamos del gobierno autonómico que tenemos, que compra los votos y se perpetúa en una nada durante años. De acuerdo en que los andaluces somos culpables con nuestros votos de tener ese gobierno. ¿Pero y en Cataluña? Si nadie compra los votos y teóricamente son libres para votar. ¿Qué votan? ¿Con qué criterio? O será que les gusta esto... No lo entiendo. Me considero incapaz.
# Schwan:
ResponderEliminarCataluña, al menos para los que vivimos alejados, es muy peculiar en las regionales y municipales hay un mapa electoral y en las generales otro. Normalmente la diferencia se explica por los abstencionistas del las primeras.
# Aguador.
El P(SOE) precisa "centrarse" para eso necesita que, ya sea a su derecha o a su izquierda, se produzcan movimientos de radicalidad. Dado el poco espacio democrático que el P(SOE) ha dejado a su izquierda, esa radicalidad de la izquierda se ha de manifestar mediante la violencia. Y ,que nadie se llame a engaños, la extrema izquierda y la extrema derecha española están perfectamente pinzadas por las perdices.
Un cordial saludo.
#Amiga Schwan:
ResponderEliminarAquí hemos llegado a un punto en que el que no comulga con el nacionalismo en sus varias versiones, es simplemente "inexistente". Se le borra de los medios de comunicación y cuando se le menciona, es para señalarlo como enemigo. No tienes más que ver la elección de las palabras en los medios catalanes: lo que para mí es una "agresión", para El Periódico (el "Pravda" catalán) no es más que un "boicot", palabra neutra, sin connotación alguna de lo que realmente ocurrió en la UPF.
#Amigo Carlos56:
El PSOE sabe que está perdiendo votos "moderados" debido a su política "radical". Por eso tiene que movilizar a todos los que le votaron en 2004, aunque posiblemente y como ya llevamos diciendo muchos, esta vez le faltará otro 11-M para ganar.
Estimado Aguador:
ResponderEliminarDebo confesar que me ha agradado mucho leer este artículo suyo en el que cita mi carta al director, ya que no creí que nadie fuera a dedicarle especial atención y, además, fue lo primero que salió de mi mano para ser enviado a un medio de comunicación.
Estoy completamente de acuerdo con su comentario acerca del segundo párrafo citado. Por supuesto lo escribí también con ironía, pero las veinte líneas que marcan el máximo de la sección de cartas al director no me permitieron ampliar mi argumento hasta el punto en que usted tan acertadamente ha hecho aquí.
Pasando a comentar de nuevo el tema que traté en mi carta, lo que no se sabe es lo que ocurrió después de la agresión. El rector convocó (o se vio obligado a convocar) a todas las asociaciones de estudiantes para que condenasen de forma conjunta los hechos, bajo amenaza de retirar las subvenciones. La plataforma del SEPC (Sindicato de Estudiantes de los Países Catalanes) se negó a asistir, y varios días después la universidad estaba empapelada con carteles en que se quejaban, atención, de que les arrebataban su libertad de expresión. Admito que soy muy joven, quizá demasiado como para opinar acerca de ciertos temas de política, más que nada por la historia que aún me queda por estudiar, pero aquí el fascismo enmascarado de solidaridad y tolerancia se ha hecho tan evidente que no me pasa desapercibido ni siquiera a mí. Lo que es realmente fascinante es que se permita.
Muchas gracias por su atención.
Olga González Chacón