9 de febrero de 2008

Una de cal y otra de arena

Que no. Vamos, que no. Que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Hay que separar las declaraciones de unos y de otros.


En primer lugar, no estoy de acuerdo con las declaraciones de Miguel Arias Cañete, que vino a decir que «desde que están los sudamericanos los camareros ya no son lo que eran». Tengo el honor de declarar que muchas veces voy a tomarme mi café y a leer mis diarios en un bar servido por dos muchachas encantadoras, Suli (ecuatoriana) y Ángela (rumana) y debo decir que jamás tuve un problema con ellas porque me sirvieran tarde, mal y nunca, que es lo que parece sugerir usted con sus declaraciones. Todo lo contrario. Y le digo más: en el quiosco en el que compro mis diarios trabajan dos argentinos, Hugo y Patricia, con los que tenemos un muy buen trato y casi son como de la familia. Por no hablarle del kebab que está justo al lado de mi casa. Si yo pensara como usted, señor Cañete, llegaría a la conclusión de que sus propietarios —muchachos honrados, silenciosos y trabajadores— son en realidad peligrosos activistas camuflados de Al-Qaeda, a quienes lavaron el cerebro en una madrasa pakistaní y están practicando full-time la taqqiya. No podemos evitar que el señor Cañete eche de menos el castizo quevasé de toda la vida, pero lo que sí podemos sugerir es que un alto cargo de un partido que aspira a gobernar el país mida un poco más sus palabras y no meta a todos los extranjeros en el mismo saco. De menos hizo Dios al señor Cañete, a quien hizo de un puñete.


Ahora bien, dicho esto, también hemos de enfatizar que estamos de acuerdo con la propuesta de Mariano Rajoy de ofrecer a quienes llaman a nuestra puerta los famosos «contratos de integración». España es famosa por su hospitalidad, pero últimamente aparecen en las noticias extranjeros que no solamente no se integran, sino que vienen a dar por saco (lo podría decir menos finamente, pero para eso ya están los amigos Cerrajero o Harto, que no se andan con... rodeos, jeje).


Y estoy de acuerdo no solamente porque esa medida se aplica con éxito en países como los USA, Dinamarca, Holanda, Alemania, Inglaterra o Francia. Teniendo en cuenta que, a pesar de lo que dice Jesusito Caldera, sí hay un nexo fuerte entre delincuencia e inmigración (que se lo pregunten a José Luis Moreno o a los habitantes de las urbanizaciones de la sierra madrileña, a la familia de joyeros Tous, o hagan la encuesta en Alcorcón, por ejemplo), ¿no será de sentido común establecer algún tipo de control o condición para la estancia y/o permanencia de los extranjeros en nuestro país?


Por no hablar, claro, de algunas prácticas bárbaras que traen de sus países de origen. ¿Han oído hablar los multi-cultis de la dolorosísima ablación del clítoris, práctica corriente en algunos países africanos que, después de producida, impide a las mujeres afectadas obtener algún placer sexual en sus relaciones íntimas? ¿Han oído hablar los multi-cultis de los matrimonios concertados por los padres entre niñas y señores mayores, práctica corriente en algunos países musulmanes? ¿O son «costumbres que hay que respetar, aunque no sean las nuestras, porque ante todo somos tolerantes»? Cito estas dos de memoria, pero seguramente hay alguna otra más.


Quizá se me pueda acusar de «poco humanitario», pero yo no acepto las pateras ni los cayucos. Y no las acepto porque resulta que las pateras son lanzadas por mafias de traficantes, que a su vez aprovechan la corrupción y el «impulso» de los países «emisores». Es ahí donde hay que atacar el problema. No esperar a que venga a nuestras costas casi en plan de «aquí estoy porque he venido y tienes que socorrerme porque eres cristiano y humanitario». Y comprendo muy bien que se han jugado la vida y las mafias las tienen agarradas por donde no suena. No seré tan duro como para decir que no haya que socorrerles cuando llegan ateridos de frío y presa de la hipotermia. Claro que hay que hacerlo. Pero no es el camino. De eso estoy firmemente convencido.


Todos recordamos los incidentes de la verja de Gibraltar de 2005: los inmigrantes, pinchados y disparados por los policías marroquíes, trataban de escalar la verja y se mandó allí a la Legión... sin armas, para que hiciera el ridículo más espantoso tratando de detener la avalancha de inmigrantes. De la famosa sirga tridimensional jamás se supo (de hecho, Marruecos estaba saboteando los trabajos de construcción). En todo caso, no sé si se llegó a construir. Me da que no.


Ya sé que los multi-cultis se me echarán encima. Y que me insultarán sin oponer razonamiento alguno, como el troll ese que tuve que borrar del comentario anterior. Pero vuelvo a decir que una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. A lo mejor resulta que esa permisividad de la que alardea el P(SOE) no tiene nada que ver con el hecho de que los islamistas pidan con todo descaro el voto para Z, que con tal de atacar a la Iglesia es capaz de hacerse moro él mismo. O a lo mejor sí. Eso, sin contar con otro efecto inmediato: el exceso de inmigración y los problemas derivados de ese hecho serán un lastre que tendrá que soportar Rajoy en caso de que salga éste vencedor. Muy en la tradición española de «el que venga detrás, que se j...». Pero claro, si resulta que «el conceto de eZPaña es discutible y discutido» (deleznable labor de destrucción del sentimiento de pertenencia a la nación española, que no es de ahora sino que se trata de una labor de años), todos tienen los mismos derechos sobre España. Ahora, que puestos a ello, prefiero a los italianos, descendientes de los romanos. Por lo menos, ellos sabían vivir y además, podría comer muchos spaghetti alla bolognese, que me encantan. En cambio, siempre encontré el couscous demasiado picante las veces que me lo ofrecieron.


Finalmente, el «contrato de integración» no lo han de temer quienes vengan con buenas intenciones, como asumo que lo hicieron las camareras Suli y Ángela, o mis amigos Hugo y Patricia. Todos ellos trabajan y ganan su pan honradamente, con el sudor de su frente. Deben temerlo quienes quieren establecerse en España porque aquí la legislación penal es extremadamente bondadosa comparada con la de sus países de origen. Ésos son quienes deben temer ese contrato. Y en ese sentido, sí aplaudo la iniciativa de Mariano Rajoy.

5 comentarios:

  1. Anónimo9/2/08, 8:29

    Hola Aguador, hoy vengo apuradita, me agarró la tarde como dicen (el amanecer), para decirte que en mi blog tienes un premio.
    Un abrazo, Martha

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  2. Lo has dicho tan bien que no hay nada que añadir.

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  3. "Defender la alegría" es votar al PSOE para que no vuelva "la turba mentirosa que piensa, desde su imbecilidad, que todos somos más imbéciles que ellos" y para que los obispos "no nos echen encima una teocracia estúpida".

    ^^PRESIDENTE ZAPATERO^^

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  4. Mira no estoy de acuerdo en muchas cosas contigo, pero en esta en concreto si: Los problemas se solucionan en sus lugares de orígen, y como alguien dijo: 'no me des un pez, enséñame a pescar'. (En lo demás claro está no estoy de acuerdo). Ah! me gustado mucho que hayas hecho una crítica a Cañete, pero no porque Cañete haya dicho barbaridades, que las ha dicho; sino porque eso dice de tí que piensas por ti mismo y no te dejas alienar. Claro que tú jamás te dejarías alienar, esa palabra es demasiado 'roja', ¿no? (Leáse con sentido del humor).
    Con cariño.
    Mollerusa, deja la música de serrat en paz!

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  5. Amiga nocheluna:

    En la red anti-ZP formamos blogs que tenemos "la funesta manía de pensar", frente a aquellos otros colectivos que (como los titiriteros) berrean "¡Vivan las caenas!". Y tener sentido crítico significa muchas veces tratar de ver desapasionadamente los dos aspectos de una cuestión e indagar sobre lo que hay por debajo de la realidad aparente, tratando después de tomar una decisión que esté de acuerdo con los principios de uno, sin casarse con nadie. Esto, en la izquierda, no es nada fácil de ver.

    Como puedes comprobar en este mismo blog, hay quien cree que la repetición de consignas puede suplir al verdadero razonamiento. Y particularmente, pienso que lo de los arcos circunflejos no es una tontería menor que lo del "Pato-PSC", el "perfume" que los sociatas han sacado en Cataluña y que ha dado lugar a todo tipo de cavilaciones y chascarrillos.

    Finalmente, eso que dicen algunos de "la turba mentirosa, que piensa, desde su imbecilidad, que somos más imbéciles que ellos", pues... se lo deberían hacer mirar, porque así es como trata este gobierno a los españoles. ¿"Teocracia estúpida"? Para teocracia, la islámica, por si alguno no se ha enterado. En fin, que los hay que no tienen remedio... xD

    Saludos,
    Aguador

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