27 de diciembre de 2009

Papa, jo vull ser torero

Qué duda cabe que Albert Pla es un mostruo de la canción satírica (descanse en paz la canción protesta: sus mitos ya no tienen de qué protestar, bien porque están muertos, bien porque están bien colocados).


Así, pues, la canción que hoy les traigo viene a cuento de la última votación de un asunto superimportante en el Parlament: ¿hay que permitir las corridas de toros en Catalunya o no hay que permitirlas? El asunto se las trae, ¿a que sí? Lástima que no nombraran una comisión de estudio y pagaran unos informes que estudiasen el verdadero arraigo del festejo en la población catalana. Si pagan informes sobre el seguimiento de la almeja brillante, entre otras genialidades, qué menos que pagar por una información de mayor utilidad como ésta, ¿no? La crisis es culpa de Madrit; la culpa de que el refotendum no saliese todo lo lucido que debería haber salido –hasta el punto de que los convocantes consideraran un éxito el que votara alguien– es de los fachas, porque hicieron una rogativa para que hubiese mal tiempo, ¡por supuesto! Es decir: que en los asuntos importantes la Generalitat no puede hacer nada.

Pues nada. Els nostres polítics, decididos a matar el tiempo justificar el sueldazo, se ponen manos a la obra. Apasionadas razones a favor y en contra… hasta que al final, el Parlament aprueba debatir la decisión. A nadie se le escapa en el Principat que la única razón para prohibir las corridas de toros es política: es un festejo espanyol y eso, claro, no tiene cabida en Catalunya, como no lo tiene el castellano en la escuela (hay que barrerlo sin prisa, pero sin pausa). Todo eso que se dice del maltrato de los animales estaría muy puesto en razón… si los que defienden la supresión de las corridas la defendiesen igual en el caso de ser una tradición catalana.

El poble català es más sabio que sus gobernantes (por desgracia para ellos). Por ello, pese a que existe un conglomerado de asociaciones antitaurinas que ha ejercido su derecho a la iniciativa legislativa popular (como en su día lo ejerciera Francisco Caja, y no le hicieron ni puñetero caso) y el monstre de tres caps ha rechazado todas las enmiendas que hubieran impedido su debate, la gente sigue llenando la Monumental cada vez que viene un primer espada como José Tomás, para desesperación de los ¿ecologistas?, rabiando porque el poble català «no evoluciona» y «es tan bruto por lo menos como el espanyol».

Volviendo a la canción, ¿se imaginan el disgusto que se llevarían Pujol o Carod si alguno de sus nietos dijera esa frase maleïda? Digo nietos porque a los hijos, educados en la ortodoxia nacionalista y colegio trilingüe, como está mandado entre la burguesía catalana (la del viejo y la de nuevo cuño), ni siquiera se les ocurría tal barbaridad. Pero la segunda generación ya es otra cosa. En cualquier caso, les dejo aquí con la canción. Tengan cuidado, porque si no prestan atención, el toro nacionalista les puede

...arrencar els collons d'una cornada...



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