29 de marzo de 2006

Caciques

Según la RAE, "cacique" significa "señor de vasallos en alguna provincia o pueblo de indios" (ver aquí su etimología). El significado, con los años, ha venido a equipararse en casi todo al padrino siciliano (todos recordamos la imborrable estampa de Don Vito Corleone, que de hecho no era más que un cacique vestido de lagarterana).

Hoy en día, la palabra cacique sigue teniendo resonancias rurales. El cacique no deja de ser "el señor" de la comarca. Es a quien se le pide trabajo, la bendición (y el dinero) para una empresa o incluso para un matrimonio (imagino que el famoso derecho de pernada ya no existe). El cacique tiene poder porque tiene a una comarca agarrada por las pelotas. Idealmente, él es quien ha "colocado" a todos aquellos que le sirven para controlar al resto de los aldeanos. Y ciertamente, sin su poderosa recomendación, nadie puede salir adelante en esa comarca.

A pesar de lo "europeos" que ya somos y de lo "mucho" que hemos avanzado políticamente, los grandes partidos saben perfectamente que a cierto nivel sólo el cacique puede facilitarles los votos que les hacen falta en una aldea, en una comarca o incluso en una provincia. Y en esa aldea, provincia o comarca todos se conocen y todo el mundo sabe lo que vota todo el mundo. Es decir: el cacique tiene medios de saber quién, haciendo uso de su libertad, no ha votado lo que "convenía". Lo que sigue a ese descarado ejercicio de libertad ya se puede imaginar, así que ahorraremos detalles macabros. En cualquier caso, las grandes estructuras políticas suelen mirar hacia otro lado.

De ahí que los partidos, también a cierto nivel, se organicen en "clanes" o "familias" en el sentido lunar de la palabra: "mi familia, mi casa, los míos, mi tribu". Ah, la tribu: la que a uno le defiende haga bien o haga mal, donde uno se siente seguro y "en su lugar" y a la que por eso mismo debe retribuir con la misma lealtad. La idea viene a ser la misma que la de las pandillas juveniles, curiosamente. Sólo que las pandillas juveniles nos parecen "mal" porque o te roban o te pegan una paliza o ambas; y en cambio, estas otras "tribus" no lo hacen (¿o sí?).

Pese a todos los esfuerzos de cierta historiografía, sigo convencido de que lo que estamos viviendo tiene muchos, muchos paralelismos con la restauración borbónica de 1875 (hasta en las fechas coincide). Y la situación que se creó después, de turnismo de partidos (aunque Rajoy no es Cánovas, ni Zapatero Sagasta, ni mucho menos: ya quisieran cualquiera de los dos parecerse a esos modelos), que fue al mismo tiempo caldo de cultivo y esplendor de la etapa caciquil.

¿Condenados a retomar la historia donde la dejamos, después de un paréntesis de casi 100 años? Parece que sí.

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