Magdalena Álvarez se estrelló ayer en su simulacro de comparecencia. No sólo se escudó en datos técnicos para esconder su incompetencia para resolver el asunto. No respondió a la pregunta fundamental: ¿por qué no se actuó antes? La menestra dedicó la friolera de cinco horas a dar vueltas y revueltas a las cuestiones que se le plantearon, atenta a su guión y "contestando a lo que a ella le hubiera gustado que le preguntaran".
Habiendo como había un expediente en Aviación Civil desde mayo, la menestra podía haber ordenado de inmediato la suspensión de actividades de la compañía, que tuvo problemas ya desde su nacimiento, según parece. También y según parece, nos enteramos de que una de las segundas de a bordo de la menestra es íntima amiga de una de las jefazas de Air Madrid. Todo queda en casa, pues. ¿Y si eso explicara la tardanza con que el Ministerio actuó contra esa compañía?
Decía Guillén de Castro en sus Mocedades del Cid:
Procure siempre acertalla
el honrado y principal;
pero si la acierta mal,
sostenella y no enmendalla.
¿Algún problema? Pues mire, sí: que, además de "sostenella y no enmendalla", cuesta creer la honradez de la menestra, a la luz de los datos que van saliendo.
¿Ausencias? Una y muy cualificada: la de la menestra Salgado, de Sanidad y Consumo, que se supone debería haber defendido los intereses de los 300.000 consumidores que se quedaron en tierra por la mala gestión del Gobierno.
Lo que confirma la teoría que tenemos algunos de que los Gobiernos de izquierdas son especialistas en crear problemas donde antes no los había. Y puedo añadirle un corolario: toda la dialéctica que despliegan cuando están en la oposición se les acaba cuando llegan al Gobierno. Autócratas, prepotentes... e ineficaces.
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