Nunca pensé que tuviera que justificar por qué escribo de lo que escribo, pero las cosas se han puesto de tal manera que lo voy a hacer, por primera y única vez, saltándome el principio excusatio non petita, accusatio manifesta.
En un blog de propiedad de uno, uno escribe de lo que quiera. De religión, de zoología, de astronáutica, de música electrónica... Hay miles de temas sobre los que uno puede escribir. Pero hay un tema desgraciado en España sobre el que es siempre peligroso escribir: la política. Siempre ha traído problemas hablar de política y, por desgracia, en esta especie de democracia que tenemos, más aún.
Claro que yo podría "evitarme problemas" si dejara de hablar de política y, sobre todo, dejara de hablar contra el Gobierno. Podría hablar, un suponer... de las florecicas que crecen en las laderas del Vesubio. O de las costumbres del ornitorrinco. O del apareamiento de las mónadas de Leibniz con los noúmenos de Kant. Eso, como decía Kortatu, podría ser incluso "constructivo, inspirador y educativo".
Pero me da por ubicarme en la realidad. Y si lo que veo no me gusta en absoluto, con todo derecho puedo criticarlo. Y ahí es donde entra el blog, con sus infinitas posibilidades de opinión. Ya sé que mi blog, probablemente, no creará jamás opinión. Que tal vez sólo yo lo lea, y alguno o alguna más que caigan en él por equivocación. No me importa. No busco la fama ni el olor de multitudes. El hecho es que el blog permite discrepar del pensamiento único y eso es lo que tratamos muchos de hacer, con mayor o menor fortuna.
Tengo muy claro que no voy a "arreglar el país" desde mi minúsculo rincón. Pero eso no me impide hablar de las cosas que me molestan, o simplemente me llaman la atención. Y alguien tiene que decirle a ZP que, como el emperador del traje nuevo, va desnudo, aunque él trate de hacernos creer que va vestido. Que no nos creemos ni las mentiras ni los juegos de manos de él ni de sus cortesanos. Y eso lo hago yo desde mi minúsculo rincón. Y otros desde sus rincones más mayores. Personas valientes como Luis del Pino ayudado por los "peones negros", por ejemplo, que van escarbando entre las mentiras de la versión oficial del 11-M. Sus incómodas investigaciones no tendrían cabida en un diario "oficial", así que él ha ido construyendo su propio espacio y ha conseguido poner muy nervioso al Gobierno porque otros beben de las informaciones que se recopilan en su blog y eso se transmite.
En la historia de la humanidad siempre ha habido quien ha decidido de forma unilateral lo que es "correcto" pensar en un momento y lugar determinados, bajo pena de muerte o tortura, o amenaza de un mal cualquiera. Censores, inquisidores, comisarios políticos, funcionarios de Ministerios de Propaganda (o del Amor, que hubiera dicho Orwell)... Claro que como esto es una "democracia", quienes quieren imponer lo correcto no pueden acudir a la pena de muerte, o a la tortura o al secuestro del periódico o lugar en que esas ideas se publican. Acuden a medios indirectos. Algo así como un tipo Clint Eastwood en las películas del Oeste. Estás en la main street frente a él. Se masca la tragedia. Sopla una ráfaga de viento helado que trae unos matojos. Y él te clava una mirada dura y penetrante mientras te dice con voz de Constantino Romero: "Yo que tú no lo haría, forastero". Es una especie de "control difuso" muy efectivo y muy en la línea autoritaria marxista-leninista.
Y cuando en España buena parte de la prensa oficial ha abdicado alegremente (o no tan alegremente, vamos a pensar) de su función de mosca cojonera del poder para ponerse a su servicio, el blog es lo único que nos queda a los ciudadanos para expresar las discordancias entre lo que dice el poder y lo que cada ciudadano ve con sus propios ojos todos los días, para que la información circule. Y lo peor para el poder es que, por ahora, el "fenómeno blog" no se puede controlar.
Por eso en la blogosfera toda opinión y todo pensamiento, dentro de unas mínimas normas de respeto, son respetables, valga la redundancia. Por eso unos pueden hablar de las florecicas que crecen en las laderas del Vesubio y otros podemos hablar de política con mayor o menor suerte o conocimiento sin que a nadie se le ocurra decir que "habría que cerrarle el blog". Sólo a las personas con alma de censor, inquisidor o comisario político se les ocurriría tal cosa.
Desde los puntos de vista expuestos, entiendo que algunos puedan considerar que hablar contra el desgobierno zapateril es "indicio de sequía". Que hablar de la "memoria histórica" desde una posicíón significativamente distinta a la del desgobierno zapateril es "indicio de sequía". Que solidarizarse con una persona que justamente está amenazada de muerte por "pensar diferente" es "indicio de sequía". Claro. Pero esto es la libertad, oiga. Respetando unas mínimas normas, uno puede hablar de lo que quiera y aceptar las críticas que pueda suscitar su discurso, siempre que sean razonadas y en lo que tengan de constructivo.
Son malos tiempos para la lírica. El cambio climático, efectivamente, ha llegado. La Tierra está más caliente que hace unas décadas. Por eso, unos constatamos que es así, a ver si hay alguien que se da por enterado y hace algo. Otros, en cambio, prefieren hablar de las florecicas que crecen en las laderas del Vesubio.
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