Ayer tuvo lugar el debate más importante en lo que llevamos de legislatura. Presuntamente, Zapo iba a darnos cuenta y razón de lo que sabía del atentado y de lo que pensaba hacer a continuación. Algunos esperábamos que Zapo no dijera realmente nada y que Rajoy diera el callo en el debate. Y a mí, particularmente, no me defraudó ninguno de los dos.
No me defraudó Zapo porque ya esperaba que no dijera realmente nada. Mantuvo el discurso de siempre sobre la "pazzzzzzz" y el "diálogo", con una sola variación: "admitió un error". Efectivamente: fue un error garrafal decir un día antes del atentado "hoy estamos mejor que hace cinco años y dentro de un año estaremos mejor que ahora". Parece que es más bien lo contrario: que hace 5 años (2002) estábamos mejor que ahora y que dentro de un año... bueno, no lo quiero ni pensar. Veremos en qué condiciones abandona Zapo la Moncloa. Pero no dijo claramente que se rompían las negociaciones y menos aún que volvía al Pacto Antiterrorista, que él mismo rompió al solicitar y obtener el permiso de la Cámara para "negociar".
En cuanto al hecho de las negociaciones, parece ser que el Gobierno también mintió (¿se acuerda de lo que dijo el 12 de marzo de 2004, señor Rubalcaba?). De acuerdo con el diario proetarra Gara, resulta que las negociaciones no se detuvieron en ningún momento y que hubo "más de dos". No nos extraña, pues, que Pepiño le lanzara un zarpazo al camarada José Antonio Pastor, ordenándole que se callase. Y nuevamente repito lo que he dicho ya alguna otra vez: es lamentable que los terroristas sean más fiables como fuente de información que el propio Gobierno.
Tampoco me defraudó Rajoy. Su discurso fue brillante y duro, tanto en el fondo como en la forma. Creo que Zapo no se esperaba ese tono ni ese contenido. Sabiéndose solo, Rajoy no tenía deudas ni pactos contraídos con nadie y atacó. Atacó con adrenalina, sin arriolina, sin "moderación" y le puso las cosas claras a Zapo. A Zapo y a la izquierda, en general, les viene bien una derecha genuflexa y calladita. Pero ayer Rajoy estaba cargado de razones contra un Zapo que no propuso absolutamente nada. Y así sonó, como muchos españoles esperábamos oírle.
En el discurso de Rajoy faltó, como decía esta mañana Federico, una referencia a cómo se ha intentado "desactivar" a la AVT para que "no molestara" en el famoso "proceso de paz". Le faltó hablar de cómo Peces-Barba, al alimón con Conde-Pumpido, intentó dividir a las víctimas (nadie discute la condición de víctima de la señora Pilar Manjón, pero se le tendría que caer la cara de vergüenza por haberse prestado a ese juego); y que después de dos años de intentarlo y no conseguirlo, arrojó la toalla. Pero en fin, tal vez es que veinte minutos de réplica y diez de contrarréplica no dan para tanto. Rajoy estuvo magnífico, en resumen.
¿Y después? Bien. Zapo escenificó, salvo el "error" que admitió haber cometido (no se podía esconder, luego había que admtirlo por narices) el sostenella y no enmendalla del que este desgobierno hace uso con profusión. Es más que probable que Zapo no haga caso alguno de Rajoy y que, al final, Rajoy sea el único "amigo" que le quede. Los nacionalistas han aprendido bien la lección pujolista: lloriquear y, a la vez, poner el cazo. Sólo que ahora, como el Gobierno central es débil, en vez de poner el cazo ponen la olla exprés, que es más moderna y más grande, y añaden presión. Así que no cabe fiar de ellos.
En mi opinión, esta comparecencia ha dañado la imagen de Zapo (y del PSOE, de rebote) porque ha hecho visible (la izquierda le tiene pánico a la visibilidad cuando se enfoca hacia ella) para muchos españoles la poca enjundia de nuestro "presidente por accidente" (no sólo se lo llaman aquí: parece que el New York Times se apunta también a ese calificativo).
Dos detalles más me llamaron la atención. El primero, que no dejaran entrar a Libertad Digital, que ayer precisamente iniciaba sus emisiones en directo, con la burda excusa de que "es una televisión local". Cuestiones de visibilidad, claro. Si tan paladines son de la "libertad", ¿por qué no se dejó entrar a un medio convenientemente acreditado? De todos modos, es curioso que sus vídeos sean los más vistos en youtube...
El segundo detalle fue la "espantá" de sus señorías. Una vez terminado el debate entre los dos protagonistas principales (cada uno con su correspondiente claque), con turnos de réplica y dúplica, parece ser que sus señorías dejaron prácticamente el hemiciclo vacío. Lo anoto como una cuestión de respeto. La ocasión era lo bastante importante como para que todo el mundo se quedara a oír los discursos de los demás. Podría levantarme yo, que a fin de cuentas no comulgo con el discurso de la señora Uxúe Barkos, de "Nafarroa Bai", o del inefable Labordeta, de la "Chunta Aragonesista". Ni me pagan por escucharlos.
Pero a un señoría, generosamente sufragado a cuenta de nuestros impuestos, se le paga por oír discursos aunque no sean de su agrado, entre otras cosas. Son "gajes del oficio", ¿no? Que sí, que es un tostón oír a determinadas personas de representación minoritaria. Y estoy seguro que la excusa más socorrida es "la agenda llena", "los compromisos adquiridos" (a propósito: de los de Zapo nos hemos tenido que enterar por Gara, fíjate tú), etc. Malos motivos para no estar presente. Y, en lo que yo entiendo, una falta de respeto.
Va a ser que tenemos los políticos que nos merecemos...
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