Ya hemos comentado en este blog que la mayor "genialidad" de la menestra Trujillita fue, en su momento, lo de los "espacios habitacionales". "Espacios" de 30 metros cuadrados, especiales para el lumpen. Bueno, bonito y barato. Natural: según la menestra, un piojoso proletario de esos que no llegan a 1000 euros al mes tiene bastante con 30 metros. No importa que sus ¿habitaciones? se parezcan a un zulo (perdón, ahora se dice "proyecto de zulo") cada una. Son "espacios" con garantía total y absoluta de socialismo.
Un par de años más tarde, nos encontramos (sólo en Cataluña, por fortuna para el resto de España) con las "soluciones alquilacionales" del d'Iznáha. Se conoce que el paso por el Gobierno le ha acelerado las ideas y la "genialidad" es que los pisos vacíos podrán ser alquilados forzosamente (es decir, sin consentimiento del propietario si hace falta) por un período no superior a seis años. El derecho de propiedad que se garantiza en el art. 33 de la Constitución (ésa que estos iluminados aplican cuando les conviene), por el retrete, pues.
Ahora nos encontramos con las declaraciones de la señora Imma Mayol, concejala "eco-socialista" en Barcelona, que "aboga por despenalizar la okupación (sic)". Haciendo caso a la señora Mayol, nada impediría a esos okupas, de desconocido oficio o beneficio, okupar su chalet o segunda residencia, o casa de verano, puesto que su forma de vida no es delito. Pero vamos a un texto histórico, que seguramente hoy tiene resonancias más que evidentes, a cuenta del tema que estamos tratando:
«Todo el que posea más de lo indispensable ha de contribuir con una cuota igual al exceso a los grandes requerimientos de la patria. De modo que habéis de averiguar, de manera generosa y verdaderamente revolucionaria, cuanto tiene que desembolsar cada uno para la causa pública. No se trata aquí de la averiguación matemática, ni tampoco del método vacilante que en otros casos se emplea en la repartición de contribuciones; esta medida especial tiene que llevar el carácter de las circunstancias. Obrad, pues, generosamente y con audacia: quitadle a cada ciudadano lo que no necesite, pues lo superfluo es una violación patente de los derechos del pueblo. Todo lo que tiene un individuo mas allá de sus necesidades no lo puede utilizar de otra manera que abusando de ello. No dejarle, pues, sino lo estrictamente necesario; el resto pertenece íntegro, durante la guerra, a la República y a sus ejércitos».
(Fouché, Instruction de Lyon, 1793)
Y va otra cita. Las siguientes palabras se han extraído de la biografía de Joseph Fouché, le mitrailleur de Lyon, escrita por Stefan Zweig. Encierran una verdad que hoy, cuando algunos están pidiendo "medidas radicales", no deberíamos olvidar. La negrita es mía:
"No pecó por embriaguez de sangre la revolución francesa, sino por haberse embriagado con palabras sangrientas. Para entusiasmar al pueblo y para justificar el propio radicalismo, se cometió la torpeza de crear un lenguaje cruento; se dio en la manía de hablar constantemente de traidores y de patíbulos. Y después, cuando el pueblo, embriagado, borracho, poseído de estas palabras brutales y excitantes, pide efectivamente las «medidas enérgicas» anunciadas como necesarias, entonces falta a los caudillos el valor de resistir: tienen que guillotinar para no desmentir sus frases de constante alusión a la guillotina."
On fait peur ici d'être riches.
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