No haremos referencia en este artículo a la película de Bigas Luna, aunque hayamos tomado prestado el título.
La "Juani" a la que nos referimos es una Juani psicópata y asesina, que se llevó por delante hace años a veinticinco inocentes (y que después de todo ese tiempo, no muestra signos de arrepentimiento alguno). Es una Juani que, por echarle un pulso al Estado, inició una huelga de hambre. Es una Juani a la que ahora, porque lo dice el TC, hay que alimentarla a la fuerza. No se me olvida que Margaret Thatcher tuvo que enfrentarse a un problema similar: unos presos del IRA se declararon en huelga de hambre. La Dama de Hierro no cedió y murió uno. Los otros, viendo que la cosa iba en serio y que si continuaban podían correr la misma suerte sin que Thatcher cediera un milímetro, desistieron de la huelga. Probablemente, la Juani sabe que hay mucha distancia entre la Dama de Hierro y Bambi. Por eso se atreve a la huelga.
Pues bien, se discutía si a esta Juani había que excarcelarla "por motivos humanitarios". En una democracia normal eso no se plantearía: quien comete un asesinato múltiple y además no se arrepiente debe, como mínimo, seguir en la cárcel. Si esto ocurre fuera de nuestras fronteras, lo menos que le espera a alguien así es la cadena perpetua, cuando no la pena de muerte. Pero en España, salvo en la segunda legislatura de Aznar, siempre se ha tendido a "negociar" con los terroristas por aquello del mito del "consenso". Aquí, pues, como no tenemos pena de muerte ni cadena perpetua, hay que mantenerlo en prisión, a costa del bolsillo de todos.
Abro la página de Libertad Digital. Es un medio "tendencioso", para algunos. Tendencioso hacia la verdad, desde luego; pero esos algunos no pierden ocasión de tildarlo así (el españolísimo y de toda la vida calumnia, que algo queda). Leo la catarata de reacciones producidas tras la decisión de la Audiencia Nacional de mantener a la Juani en la cárcel. No me sorprenden las reacciones del sindicato CSIF o la AVT, felicitándose por la decisión. No es que no comparta su satisfacción; antes al contrario. Pero sí me hago, como cierto oyente de la COPE, esta reflexión: ¿a qué punto hemos llegado que las personas decentes se felicitan por la aplicación y el cumplimiento de la ley? Esto es la normalidad jurídica y democrática, nada más. Es justo que la Juani, asesina de veinticinco personas, siga donde está en vez de obtener beneficio alguno de su situación.
Tampoco me sorprenden del todo las reacciones del otro lado. Sobre todo, las pintorescas de Odón Elorza y de Agustí Cerdá, de ERC. El primero "lamenta profundamente" la decisión. Uno se pregunta cómo María San Gil puede compartir sala con este individuo. Probablemente, son misterios y necesidades de la política. En cuanto a Cerdá, sus declaraciones sí son sorprendentes: el republicano "lamenta" que el Tribunal no haya tenido un gesto humanitario con él. Claro. Si hubiésemos tenido el mismo "gesto humanitario" que la Juani tuvo con sus veinticinco víctimas, a estas fechas ya no tendríamos el problema jurídico-moral que representa la Juani.
Bienvenida sea, pues, esta decisión judicial. Aunque no sea muy cristiano, y aunque Bono se halle en las antípodas de mi "ideario", comparto con él sus palabras sobre este asunto: "Ojalá se hubiera muerto antes".
La "Juani" a la que nos referimos es una Juani psicópata y asesina, que se llevó por delante hace años a veinticinco inocentes (y que después de todo ese tiempo, no muestra signos de arrepentimiento alguno). Es una Juani que, por echarle un pulso al Estado, inició una huelga de hambre. Es una Juani a la que ahora, porque lo dice el TC, hay que alimentarla a la fuerza. No se me olvida que Margaret Thatcher tuvo que enfrentarse a un problema similar: unos presos del IRA se declararon en huelga de hambre. La Dama de Hierro no cedió y murió uno. Los otros, viendo que la cosa iba en serio y que si continuaban podían correr la misma suerte sin que Thatcher cediera un milímetro, desistieron de la huelga. Probablemente, la Juani sabe que hay mucha distancia entre la Dama de Hierro y Bambi. Por eso se atreve a la huelga.
Pues bien, se discutía si a esta Juani había que excarcelarla "por motivos humanitarios". En una democracia normal eso no se plantearía: quien comete un asesinato múltiple y además no se arrepiente debe, como mínimo, seguir en la cárcel. Si esto ocurre fuera de nuestras fronteras, lo menos que le espera a alguien así es la cadena perpetua, cuando no la pena de muerte. Pero en España, salvo en la segunda legislatura de Aznar, siempre se ha tendido a "negociar" con los terroristas por aquello del mito del "consenso". Aquí, pues, como no tenemos pena de muerte ni cadena perpetua, hay que mantenerlo en prisión, a costa del bolsillo de todos.
Abro la página de Libertad Digital. Es un medio "tendencioso", para algunos. Tendencioso hacia la verdad, desde luego; pero esos algunos no pierden ocasión de tildarlo así (el españolísimo y de toda la vida calumnia, que algo queda). Leo la catarata de reacciones producidas tras la decisión de la Audiencia Nacional de mantener a la Juani en la cárcel. No me sorprenden las reacciones del sindicato CSIF o la AVT, felicitándose por la decisión. No es que no comparta su satisfacción; antes al contrario. Pero sí me hago, como cierto oyente de la COPE, esta reflexión: ¿a qué punto hemos llegado que las personas decentes se felicitan por la aplicación y el cumplimiento de la ley? Esto es la normalidad jurídica y democrática, nada más. Es justo que la Juani, asesina de veinticinco personas, siga donde está en vez de obtener beneficio alguno de su situación.
Tampoco me sorprenden del todo las reacciones del otro lado. Sobre todo, las pintorescas de Odón Elorza y de Agustí Cerdá, de ERC. El primero "lamenta profundamente" la decisión. Uno se pregunta cómo María San Gil puede compartir sala con este individuo. Probablemente, son misterios y necesidades de la política. En cuanto a Cerdá, sus declaraciones sí son sorprendentes: el republicano "lamenta" que el Tribunal no haya tenido un gesto humanitario con él. Claro. Si hubiésemos tenido el mismo "gesto humanitario" que la Juani tuvo con sus veinticinco víctimas, a estas fechas ya no tendríamos el problema jurídico-moral que representa la Juani.
Bienvenida sea, pues, esta decisión judicial. Aunque no sea muy cristiano, y aunque Bono se halle en las antípodas de mi "ideario", comparto con él sus palabras sobre este asunto: "Ojalá se hubiera muerto antes".
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