Va de números. Éste, en concreto, es un número muy doloroso. Es el número de hectáreas que a estas horas han quemado en las Islas Canarias. Pero vamos por partes.
Es sabido que durante el verano el riesgo de incendios en España es sumamente elevado. Cada año se queman unos cuantos miles de hectáreas y la Administración toma nota de ello, como si solamente fuera un dato estadístico. Suelen achacarlo a la desidia de algunas gentes o dicen que son «provocados» sin más.
Afinando más, un incendio puede ser provocado por varios motivos:
- Por venganza entre vecinos de un mismo pueblo o de pueblos cercanos.
- Por intereses económicos (papeleras, inmobiliarias, madereras), aunque la posibilidad de aprovechamiento económico ha sido muy limitada con la reciente legislación estatal y autonómica.
- Por descuido: ése fue, al parecer, el caso de Guadalajara. Una barbacoa mal apagada, una colilla mal apagada, etc.
En el caso canario podríamos señalar, al parecer, la primera de las causas. Lo curioso es que es un caso en que ya se ha encontrado al presunto culpable: un guarda forestal cuya intención, al prender fuego al bosque, era «que el Cabildo le renovara el contrato». La cuestión es que ha conseguido todo lo contrario: quedarse sin trabajo él y dejar sin trabajo a los demás compañeros, al menos durante 20 o 25 años (que es lo que como mínimo tardará en parecerse la superficie quemada al paisaje anterior al incendio). Habrá que esperar a que la investigación del siniestro nos diga si actuó definitivamente solo o hubo más personas implicadas.
El otro punto verdaderamente importante de este siniestro se desdobla en dos preguntas:
- ¿Se tomaron las medidas de prevención necesarias? Por ejemplo, eliminación de matorral bajo, que suele actuar de yesca en estos casos; u otras medidas de prevención que se pudieran tomar.
- ¿Con qué medios se contaba para hacer frente a un incendio? Esta pregunta, desgraciadamente, se responde por sí sola a estas horas: los medios eran, en todo caso, insuficientes. No se trata de caer en el lugar común de «nos tienen abandonados». No se contaba con hidroaviones (el más cercano, en Málaga, a 1.500 kms.) y los equipos eran (son) más bien exiguos, según ha denunciado la prensa.
En estas circunstancias y contando con unas condiciones meteorológicas favorables (fuerte viento), lo lógico es que el fuego se extienda como un reguero a lo largo y ancho de las islas. Por otro, lado, la descoordinación entre Administraciones ha sido también marca de la casa. Lo fue en Guadalajara, en donde los servicios competentes se negaron a recibir ayuda de la Comunidad de Madrid (y hay nuevos datos que podrían cambiar el deslinde de responsabilidades). En el caso presente, al parecer, la lentitud de actuación ha corrido en contra de los ciudadanos, que han visto cómo se quemaban sus casas (hay 5.000 personas alojadas provisionalmente en albergues).
¿Y qué hacer? Por de pronto, al presunto culpable habría que juzgarlo y encarcelarlo. Y que Dios le ampare si se produce alguna desgracia personal: podría pasarse de 12 a 20 años en prisión. De los daños es mejor no hablar: el daño ambiental es sencillamente incalculable y de las indemnizaciones a las personas que perdieron su hogar se encargará el Estado, como siempre. Pedir más coordinación y más medios es lo atinado. Lo malo es que ahora en Canarias queda poco que proteger.
Tampoco estaría de más —aunque esto pueda sonar un tanto ofensivo— que se sometiera a los guardas forestales y a los bomberos a algún tipo de evaluación psicológica. Recordemos el caso de Galicia, en que resultó que el pirómano era un miembro del cuerpo de bomberos. En el caso presente no sabemos si sería atinado, pero parece claro que el presunto culpable no midió las consecuencias de su acción (si las midió... ya estaríamos ante un psicópata, a mi modesto entender).
Ya ha empezado el pim-pam-pum de los políticos. La menestra Narbona no gana para sustos este verano. Primero fue lo de las desaladoras, de las que nunca máis se supo. Luego, lo de Guadalajara, que aún colea: todo el mundo recuerda a la Vogue teniendo que hacer frente a una multitud de vecinos enfurecidos. El año pasado fue Galicia la que ardió por los cuatro costados. Y este año… ay, este año: lo del Don Pepe en Baleares, que dicen que «ya está controlado» (pero la temporada turística se ha ido «concretamente a la mierda», que diría nuestro Boadella), lo de Cerro Muriano, en Córdoba, que también va por unos cuantos miles de hectáreas… y lo de Canarias… Por lo menos, los canarios tendrán la «suerte» de que Zapo dará la cara en primera persona, no como en Guadalajara. Y estoy como bastante seguro de que no le recibirán cantando esto…
Vergel de belleza sin par
Son nuestras islas Canarias,
Que hacen despierto soñar.
Jardín ideal siempre en flor,
Son las mujeres las rosas,
Luz del cielo y del amor…
Mi condolencia a las familias que han perdido su hogar y mi solidaridad con todos los canarios por la pérdida de sus amados bosques.
Hola Luis, que terrible esta cifra. Yo digo que los socialistas traen pava, después te comentaré por qué.
ResponderEliminarQuería mencionarte, y así lo he puesto de comentario en mi sitio, en el tema de "Apocalypto" que se ha prestado para una buena tángana, que lo que expresaste resume lo que siento y creo:
"En fin, que “la conquista de América” es, con todas sus luces y sus sombras un hecho que hoy nos permite expresar lazos de amistad, de cariño, de amor, etc. a ambos lados del Atlántico. De otra forma, yo no hubiese conocido este blog. Prefiero pensar más en aquello que nos une y no en aquello que nos separa".
Eso está de epígrafe. El encuentro de dos mundos. Y seguiremos poniendo entradas sobre el tema.
Por otra parte, Dios quiera que estos incendios sean controlados. Un abrazo desde Venezuela, Martha Colmenares