Pues eso. Que se nos fue (por fin) Demolition Man Piqué. El señor Piqué presentó ayer su dimisión irrevocable a la dirección del PP en Madrid. Y para muchos, ya era hora de que el PP reaccionara ante la situación del partido en Cataluña. Pero vamos a analizar un poco más despacio la situación (a riesgo de equivocarnos, por supuesto).
El señor Piqué había formado parte de los gobiernos de Aznar: primero, como ministro de Ciencia y Tecnología, su paso fue bastante gris. Fue sustituido casi de puntillas por Anna Birulés. Después, como jefe de la diplomacia española, donde al parecer no hizo mal papel (claro que hacerlo mejor que Curro Desatinos no es muy difícil). Se significó en el apoyo al presidente venezolano por dos días Pedro Carmona Estanga.
Pero donde ha resaltado sus nulas dotes directivas ha sido en su propia tierra. Llega directamente nombrado desde Madrid en el 2002, pisándole el cargo a Alberto Fernández Díaz, que pasa a ser alcaldable por Barcelona. Desde entonces, el Partido Popular se hunde: no solamente pierde su suelo, sino que además, se busca el trasvase CiU-PP. Cargos de CiU que pasan al PP sin despeinarse y sin abdicar de su anterior obediencia nacionalista, «sonrojándose ante las españoladas de su nuevo partido». Ése fue el famoso giro catalanista de Piqué: llenar de ex-convergentes el partido para dar la impresión de que éste no era un cuerpo extraño, de botiflers.
Mientras tanto, el PP en Cataluña entraba en coma. Encima, aparece un partido (Ciutadans) que, a pesar de confesarse de izquierdas, tiene menos complejos a la hora de defender con energía las posiciones antifascistas contra el nazi-onalismo izquierdista que nos desgobierna. A finales del año pasado, una durísima carta de las juventudes del PP catalán denunciaba esta situación, de la que nosotros nos hacíamos eco ya entonces. Piqué, al parecer, olía demasiado la moqueta, al contrario que Vidal-Quadras. Y así le iba al PPC. También oímos el rumor de que en la directiva del PPC siempre ha habido lucha por repartirse las cuatro migajas de poder que le caen en suerte cada cuatro años. Más que una idea de partido, domina la idea de «familia», «clan» o «tribu». Y claro, así no hay quien salga adelante.
Todo esto saltó por los aires ayer. En Génova han tardado en tomar la decisión. No sé, deben de haber comparado las altas y las bajas de militantes y habrán comprobado la sangría de los que se han ido, el descontento-cabreo de los que se quedan y el desamparo de todos juntos. Los que veíamos la situación desde fuera, comprobábamos con desencanto que Piqué iba a todas partes de la mano con Artur Mas (incluso después de que éste le repudiara notarialmente), como si el PP tuviera que pedir permiso a Mas para respirar. Como si el PPC fuese una especie de organización ancilar de CiU a la que los nacionalistas, graciosa y misericordiosamente, permitían vivir.
El dato curioso del acontecimiento es que todos los partidos catalanes, menos el PP, lamentan la defección. Verdaderamente curioso y significativo. En fin. Sea para bien y para que por fin el PP pueda defender en toda España el mismo ideario. También es un aviso para el señor Javier Arenas, en su caso. Que lo dice bien el refrán: «Cuando las barbas de tu vecino veas quemar…». Mientras tanto, a Piqué en el PP lo despiden así…
Se va el caimán,
se va el caimán,
se va pa' la barranquilla…
Adios Piqué. Quizás haya sido la postura mas inteligente. Contigo en Cataluña, ya todo el pescao estaba vendido. Y aunque me caias bien, pienso que sabia nueva en Cataluña puede dar un pequeño estirón electoral. No se, esperaremos a ver quien es el sustituto...
ResponderEliminarPerdón por el pepiño. Ya que todo el mundo menos Pepiño Blanco, claro, sabe que savia se escribe con "v"
ResponderEliminar